Ambiente


Con el Magdalena se secan las ilusiones

COLPRENSA

20 de enero de 2016 12:39 PM

Las calles de La Dorada brillan más de lo normal por estos días, cuando la temperatura ha llegado hasta 45 grados. "Seguro si se tira un huevo en la vía, en cinco minutos estaría frito", bromea el director de la Unidad de Riesgos y Desastres del puerto caldense, Alexánder Gallego.

En otro lado del municipio, exactamente en la orilla del río Magdalena, se puede dimensionar lo sería que resulta la situación. José García, de 66 años, observa atento el paso del agua en el sector de las playas de Bucamba. Allí ve como se esfuma la ilusión de una buena pesca, pues la subienda parece lejana con el fenómeno de El Niño. Ha tirado la red toda la mañana, pero ni un solo bagre, nicuro, dorado.

Habitantes de La Dorada dicen que en los últimos días las temperaturas han disminuido, pero no lo suficiente. Ahora el paisaje lo componen extensas playas de piedra y gravilla. Según las mediciones del Puerto Fluvial de Puerto Salgar (Cundinamarca), en los puntos del río donde se ve agua el nivel alcanza actualmente un metro con 40 centímetros, cuando normalmente alcanza los cuatro metros.

La sequía es un golpe directo al cuerpo y al bolsillo de los pescadores, ganaderos, sacadores de material de construcción, que viven en la cuenca del Magdalena, en el caso de Caldas en La Dorada, pero también en Victoria, Samaná y Norcasia por donde pasan sus afluentes.

José ha dedicado gran parte de su vida a la pesca, salvo en los períodos de veda, cuando, para llevar comida a su hogar, conformado por tres hijos y su esposa, ha laborado en construcción, ha sacado gravilla del río y se ha dedicado a cargar y descargar camiones.

No recuerda una situación tan crítica como ahora, y menos en una época de subienda, comenta.

"El río en este momento está por fuera del cauce normal, está mermo, la producción está muy bajita. En otros tiempos, por esta época, pescamos seis, siete o más sartas de pescado. Cada sarta tiene entre 20 y 50 pescados, pero ahora si se coge para armar una, es un milagro", explica.

Por eso, los precios en el mercado se disparan y para que el pescado llegue a la mesa de los consumidores se debe sacar más plata. Una sarta de nicuro de dos kilos vale actualmente entre $25 mil y $30 mil, antes estaba en $12 mil.

¿Y LA DEUDA?

José Ángel Ortiz tiene 44 años. A pesar de que hace un trabajo menos artesanal, también está perjudicado. Llegó en su lancha con dos jóvenes con los que trabaja a la orilla del río, si se puede llamar así, a la playa que se formó en el barrio Buenos Aires. Se detiene, la ancla con un palo, y tira la red en un charco de agua que no les llega ni hasta las rodillas.

Hizo curso de vigilancia y escolta, y a veces se dedica a eso, pero lo que mejor sabe hacer es pescar, es lo que heredó de su familia.

"Es sorprendente cómo está el río, en mi hogar somos siete, mis papás, mi esposa, y mis tres hijas. Mis hermanos, aunque no viven conmigo, también son pescadores. La situación en sus hogares también está muy mal".

Esperanzado en mejorar su calidad de vida y la de toda su familia, José Ángel hace un año se acogió a los créditos del Banco Agrario. Prestó para un motor para la lancha, las cuotas eran cada tres meses y no tuvo problema para pagarlas. Hace cuatro meses le prestaron $4 millones y medio para comprar una lancha de fibra, pero no sabe con qué va a pagar porque no hay producción de pescado. Cada tres meses debe consignarle al banco $430 mil, pero por ahora no tiene con qué.

"Mi lancha trabaja de día y de noche. Ahora son las 10:30 a.m. y desde anoche solo hemos cogido un bagre que se vende en $120 mil. Eso tenemos que repartirlo entre cinco o seis, es decir, en un día nos ganamos si acaso $20 mil", señala José Ángel.

Ese bagre que venden ahora a $7 mil la libra, normalmente por esta época se conseguía a $2 mil 500.

Carlos Andrés Ardila también vive de la pesca. Su trabajo en la plaza de mercado consiste en arreglar pescado. Cuenta que son muy pocos los que van a comprar porque está muy costoso, se han hasta doblado los precios y la gente no tiene plata. "La situación está muy dura porque toda la gente come del río, y está seco. Lo que traen es muy poco y por eso el precio subió".

BUSCAN OTROS SITIOS

Pasto seco y ganado flaco por la desnutrición es otro panorama que se ve en La Dorada. Carlos Mario Zuluaga, coordinador del proyecto local de Vacunación del Comité de Ganaderos del municipio, aseguró que para el ciclo de aftosa de junio del 2015 el censo contabilizó 53 mil 141 reses, pero que a la fecha no saben cuántas han tenido que sacar de la zona por las altas temperaturas.

El pasado lunes comenzó el ciclo de vacunación contra fiebre aftosa y brucelosis bovina, por lo que después del 2 de marzo, que es la fecha en la que terminan, se conocerá el nuevo censo.

"La parte plana se afecta más, las quebradas están muy secas y mucha gente desocupa las fincas. Hay otros que buscan perforar aljibes o miran sitios más altos para desplazar el ganado", indica el veterinario.

Según el profesional, la perforación para buscar agua puede costar entre $150 mil y $200 mil por metro de profundidad. Si el aljibe está alejado de un cauce de agua se puede profundizar entre 10 y 12 metros. A esto hay que sumarle el valor de la motobomba. El precio de esta varía de acuerdo a como funcione. Por ejemplo, una solar con paneles podría costar $20 millones, la más básica a gasolina vale $5 millones. Otro costo para tener en cuenta es si es necesario forrar el aljibe, esto depende del terreno.

DESNUTRICIÓN

Zuluaga explica que el ganado pierde peso con estas olas de calor. "Normalmente una res sube entre 15 y 20 kilos mensuales, pero ahora la ganancia de peso puede estar entre 8 y 12 kilos. En La Dorada se ven los tres tipos de explotación de ganado. Del que más hay es de doble propósito: leche y ceba, que se ve muy afectado, ya que al no haber pasto baja la producción lechera.

El Comité de Ganaderos adelanta un ciclo de charlas sobre el fenómeno de El Niño. Explican la importancia de tener un jagüey (balsa, pozo o zanja llena de agua, ya sea artificialmente, ya por filtraciones naturales del terreno), en sus tierras y almacenar comida para los animales.

"La gente está comprando heno y descargando las fincas para bajar la cantidad de ganado y que el poquito pasto que hay alcance". El kilo de heno antes costaba entre $180 y $200, actualmente está entre $400 y $450.

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