Ambiente


El frío, el nuevo tormento de los desplazados iraquíes

AFP

27 de noviembre de 2016 06:45 PM

Después de haber vivido dos años bajo la tiranía del grupo Estado Islámico (EI) en Mosul y haber sobrevivido a los combates para liberar la ciudad, los civiles desplazados del norte de Irak sufren un nuevo tormento: el frío.

Mientras siguen los combates contra los yihadistas en Mosul, donde todavía vive un millón de personas, la llegada temprana del invierno y las temperaturas bajo cero son una dura prueba para las  familias de refugiados que viven en campos alrededor de la ciudad.

"Por la noche tenemos que poner la cabeza debajo las mantas y acurrucarnos para entrar en  calor", explica Alya Zannoun, de 56 años, que vive en una tienda de campaña del campo de Jazir, en el  sureste de Mosul, junto a otras 6.000 familias.

"Nos morimos de frío, tenemos las manos secas y llenas de hongos", dice mientras lava los platos en agua helada.

"Ni tan siquiera podemos desplegar los dedos por el frío ¿como lo soportarán los niños?", dice su vecina Warda Maraebi, de 71 años.

Más de 70.000 personas han huido de Mosul desde que el 17 de octubre empezó la ofensiva de las fuerzas iraquíes para retomar la ciudad, en manos de los yihadistas del EI.

A pesar de que la llegada de refugiados ha sido por el momento menor de la esperada, las autoridades y las oenegés siguen trabajando para construir refugios y dar ayuda a los civiles.

Fatima Omar, de 38 años, huyó a principios de noviembre junto a sus seis hijos del pueblo  cerca de Mosul donde vivía. "Anoche la tienda se movía por el viento, parecía que iba a volar. Si el tiempo empeora todo se  caerá", teme.

En la tienda de plástico blanco de Fatima hay un calentador. "Nos dieron un calentador ¿pero cómo podemos usarlo si no tenemos combustible ni electricidad?", se pregunta.

Hace algunas semanas, en Mosul todavía se registraban temperaturas veraniegas de hasta  40º. Pero el invierno puede ser muy duro en Irak y ahora incluso nieva en algunos lugares del país, como  en la región de Kurdistán, donde hay gran parte de los más de tres millones de desplazados en Irak.

Bouchra Talal, de 30 años, que llegó hace pocos días con sus tres hijas de 8, 10 y 13 años,  llora cuando piensa en sus condiciones de vida.

"Quiero salir de aquí, tengo miedo por mis hijas" explica en una de los caminos polvorientos  del campo, rodeado de vallas. Los refugiados no pueden salir de él porque les confiscan los documentos  de identidad a la entrada.

"Por la noche hiela, mis hijas se han puesto enfermas, tienen diarrea, vomitan", dice esta joven viuda que lleva una abaya negra y un velo amarillo. El EI mató a su marido hace dos años.

La ONU indicó que está ayudando a cerca de 1,2 millones de desplazados iraquíes, también a los que huyen de la batalla de Mosul.

Según Caroline Gluck, una portavoz de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), la  semana pasada se distribuyó ayuda en el campo que gestiona en Hasancham, cerca del campo de Jazir,  gestionado éste por el gobierno iraquí.

"Hemos distribuido mantas calientes, calentadores y material para aislar las tiendas con el  objetivo de pasar el invierno", dijo.

Pero los que todavía no han recibido nada ya están sufriendo las consecuencias del frío a  pesar de que todavía no ha empezado el invierno. "Cuando empiece a llover me moriré", predice Mariam  Safar, de 71 años.

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