Los humedales, esas pequeñas lagunas o cuerpos de agua que hay en algunas partes de Colombia y que cumplen un papel importante en el ecosistema y en la regulación de lluvias e inundaciones, se encuentran seriamente amenazados.
La expansión urbana que presiona su extinción, los escombros y basura que les arrojan, las aguas negras que les vierten, la construcción de canales, los cultivos y el uso de sus aguas para la agricultura son amenazas que los rondan.
La pérdida del 90% de estos espejos de agua en las últimas décadas es una mala noticia para el país, que hoy talla más debido a la celebración del ‘día internacional de los humedales’.
Hoy que el mundo se está uniendo alrededor de la ‘Convención de Ramsar’ para proteger estos acuíferos, cuya importancia radica en que son nichos donde palpita la mayor biodiversidad del mundo, donde nace la vida y se protege el entorno de las inundaciones que generan las fuertes lluvias.
Sí, el 90% de estas reservas de vida se ha perdido en Cali, advierte el profesor William Vargas, director del departamento de Ciencias Naturales de la Universidad Icesi. Una reducción dramática, presionada por la inmisericorde intervención del hombre. En otras palabras, nos estamos quedando sin esos cuerpos de agua que ayudan a la biodiversidad y al equilibrio natural.
El mayor ejemplo es Aguablanca, dice Vargas. “La laguna de Catayá (que era Aguablanca) fue desecada cuando se construyeron jarillones y canales y se hizo la regulación de Salvajina”. La zona se urbanizó, se construyeron casas sobre un nivel freático alto y ese es el mayor riesgo que, en su criterio, afronta esa zona en caso de un sismo.
De hecho, la Contraloría General de la República pidió hace un par de años al Municipio modificar el Plan de Ordenamiento Territorial para no construir la Ecociudad de Navarro, dado su alto nivel freático, ya que fue por años área inundable del río Cauca y sufre los impactos ambientales del basuro de Navarro.
Andrés Urcuqui, profesional del Dagma, señaló que en el caso de Cali se tiene un registro de 41 humedales (aunque la CVC habla de solo 11). Dentro de aquellos, hay 7 que tienen un plan de manejo ambiental, es decir, un derrotero de actividades para su conservación. Ellos son los de El Limonar, Panamericano, El Retiro, La Babilla, Cañasgordas, Charco Azul y Zanjón del Burro.
Sin embargo, el profesor Vargas sostuvo que los humedales que quedan en Cali “están muy simplificados en su estructura biótica natural. El de la Babilla es un lago artificial, pero no es un representante de los humedales urbanos”, advirtió.
Algo aún peor ocurre con la laguna de El Pondaje, un humedal clave para la ciudad, porque es un gran regulador hídrico que almacena agua, en caso de fuertes lluvias, y evita inundaciones. Sin embargo, como se sabe, esta laguna y su vecina de Charco Azul fueron rellenadas con basuras, escombros y tierra para levantar viviendas ilegales sobre ellas.
Ambas cumplen una función esencial. Regulan el nivel del canal oriental que lleva el 70 % de las aguas de Cali y evitan inundaciones en la mitad de la ciudad. Su capacidad de almacenamiento pasó de 650.000 metros cúbicos de agua a tan solo 80.000 en 30 años. Emcali logró recuperar la laguna de Charco Azul, pero aún está pendiente la de El Pondaje.
En Ciudad Jardín y Pance, donde está el 40 % de los humedales de la ciudad, también hay quebradas y cuerpos de agua extinguidos por la presión urbana.
Sobrevive el lago de La Babilla, pero los vecinos dicen que su nivel ha bajado alrededor de 20 centímetros. El lago de las Garzas está mejor conservado y es un ecoparque que, según el Dagma, recibió 50.000 visitantes el año pasado.
En el resto del Valle del Cauca, el panorama no es mejor. Pablo Emilio Flórez, técnico de la CVC, dice que entre Jamundí y Cartago hay 49 humedales, de los cuales 35 tienen planes de manejo. Yotoco, con 14, es el municipio que más humedales tiene.
Hay once que han sido adecuados para siembra de caña de azúcar, por lo cual prácticamente han desaparecido sus sistemas acuáticos.
El mayor humedal de todos es la laguna de Sonso, pero también es el más amenazado. Allí existen 27 de las 100 especies animales y vegetales más invasoras y destructoras del mundo para estos acuíferos, señaló Flórez.
Recuperar esta reserva natural cuesta $11.000 millones, pero sólo se han invertido $600 millones en los últimos cuatro años.
Comentarios ()