Columna


Animales al fin y al cabo

GERARDO MÉNDEZ SOLANO

18 de junio de 2009 12:00 AM

GERARDO MÉNDEZ SOLANO

18 de junio de 2009 12:00 AM

Caminando por el centro comercial Caribe Plaza comprendí por fin cuál era el éxito de “Planet Love”. Son unos almacenes “cute” donde las adolescentes (y no adolescentes) compran accesorios como aretes, binchas, y cualquier otra cosa de moda. Casi siempre están atestados y no es raro ver afuera a sus acompañantes masculinos (me incluyo) esperando con obediencia a que sus princesas escojan las ilusiones de verse mejor. La revelación cayó de pronto, casi sin buscarla, como las sorpresas buenas. Llevaba ya un tiempo estudiando la teoría del cerebro triuno, la cual indica que los humanos tomamos nuestras decisiones con base, no en un solo cerebro, sino en tres. El primero y más primitivo llamado el cerebro reptil, el segundo llamado Límbico y el tercero Neorcórtex. Éste último controla las funciones cerebrales de razonamiento, la deliberación y el lenguaje. El límbico controla nuestras emociones y la conciencia social, mientras que el reptil es el responsable de los instintos de supervivencia y reproducción. De ahí nace nuestra conducta agresiva, nuestro afán territorial (que lleva a tantas guerras), y el establecimiento de jerarquías sociales. Los investigadores indican que nuestras decisiones se ven influenciadas en su mayoría por el límbico y el reptil (70 a 95%). Se asegura que el reptil es el cerebro que siempre vence. Nuestros instintos más básicos son al parecer el principal motor de nuestros actos. Ese día que pasé por Planet Love comprobé que es como un Disney para teens. Pasan por ahí y si les van los ojos. También está Light Star, su competidor. No tiene el mismo flujo de clientes a pesar de que de todos modos le va bien (dejo claro que no tengo nada en contra ni a favor de nadie). ¿Por qué? Aunque son evidentes algunas razones para el éxito de Planet Love, no me satisfacían del todo. Cuando me quedé analizando su nombre y el logo fue que lo comprendí: “Planet Love” es un nombre “!reptiliano”, mientras que “Light Star” es límbico. Si bien las mujeres y las adolescentes quieren ser famosas y admiradas (ser estrellas, star), al final de cuentas todo desemboca en el deseo primario de conseguir amor (love) y llegar a reproducirse para garantizar la supervivencia de la especie; por eso desean verse atractivas. A pesar de que es difícil concluir que el nombre ha sido el mayor impulsor del éxito de Planet Love, es interesante ver que sí es un establecimiento más popular que su contrincante. El sueño de contar con un amor ideal y la consiguiente perpetuidad de la especie es perfectamente representado por el nombre y el logo (éste tiene un gran corazón); el motor perfecto para las ventas. En la categoría de autos, por ejemplo, muchas de las compras hechas por hombres no sólo están inconscientemente asociadas con ganar respeto social, sino con mostrar a los demás hombres que tienen los recursos para mantener felices a sus esposas, lo que pretende desmotivar un eventual intento de seducción. “Ni lo intentes. Mi esposa está feliz conmigo”. Pero también es un mensaje para ellas: “ámame con confianza porque podré darte lo que quieras a ti y a nuestros hijos”. En buena medida, la compra de un carro es una herramienta inconsciente más para evitar infidelidades y garantizar nuestra reproducción. *Director de Criterium gerardo@criterium.com.co

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