Columna


Así sí

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

21 de junio de 2009 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

21 de junio de 2009 12:00 AM

Todo comenzó en un consejo comunal en San Juan Nepomuceno, en el que el ministro de Protección, Diego Palacios, le exigió al Gobernador que revisara el escogimiento de los operadores de los hospitales de Magangué y Simití, e informara sobre otros errores cometidos en el funcionamiento del sector. Olímpico, el señor Berrío calló para siempre. Epílogo: el Hospital de Magangué terminó intervenido. Hace dos meses largos, el Viernes Santo, el viceministro de Salud conminó al gobernador a explicar por qué Bolívar mostraba indicadores tan bajos en la cobertura a pesar de los miles de millones de pesos gastados en 2008. En otras palabras, que dijera por qué botándose tanta plata enfermedades como la lepra, la sífilis, el dengue y otras andaban disparadas y causando muertes. Olímpico de nuevo, y paseando en cuatrimoto por las playas de la ciudad, esperó a que intervinieran la Secretaría Departamental de Salud, el jueves 18. En esta misma columna, en dos ocasiones recientes, expresé mi sorpresa al saber que después de varias visitas que sirvieron para comprobar los disparates cuestionados por el viceministro, éste, desconcertado, se hubiera limitado a pedir una explicación sin demandar de la Superintendencia la intervención del organismo descarrilado e ineficiente. Presumo que quiso ser prudente, aguardar a que la vigilancia agotara los trámites administrativos contemplados en la ley y, así sí, atesarle las tuercas al desgreño. Ahora bien, las conclusiones de las visitas que dieron origen a las resoluciones 0737 y 0821 de Supersalud, se refieren al gobierno del señor Berrío, pues los visitadores fueron explícitos y terminantes al destacar que aludían al año 2008, desde cuyo primer día comenzó a ejercer el mandatario seccional. De tal forma que la exculpación del secretario de Salud, que descargó las fallas en las hondonadas del sistema, y que ignoraba en la que se metía cuando aceptó el cargo, es improcedente. Que no se preocupe el doctor Romero. Todos sabemos que la Salud se maneja en la Proclamación y no en la Casa de Moneda. Razones habrá. Por consiguiente, los interventores que tomaron posesión de la Secretaría tendrán que escarbar bastante en los actos de poder (decretos y resoluciones) y en los actos de gestión (contratos), para establecer que no haya –todo es posible en la viña del Señor– operadores que, paralelamente con las sociedades de derecho, tengan sociedades de hecho en virtud de las cuales se entreguen o se compartan, por trasmano, cuotas de soberanía y distribución de recursos con avivatos investidos de autoridad y confianza. No será fácil, en verdad. El ingenio de los colombianos es tan fértil que tapa, con destreza invisible, la ordinariez de las realidades con el refinamiento de las formalidades. Pero donde la enormidad de las cuantías contrasta con la precariedad de los resultados, rastrear los hilos del despeñadero es un reto. El desembolso de los dineros públicos, en proyectos concebidos a conciencia y sin trato simoniaco de por medio, se autoriza para que las cifras concuerden con los logros. Deplorable que en manos de un gobernador con cinco años de rigurosa formación universitaria, haya caído sobre el departamento de Bolívar un garrotazo tan humillante. ¿Cierto DMG? Se lo pregunto a Dalmiro Manuel Guzmán. carvibus@yahoo.es

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