Vicky Dávila y La Comunidad de la Infamia


Por cuenta de un acto de cuestionable ética periodística por parte de Vicky Dávila, una vez más y a costa de la vida íntima de una persona, todo el país se convierte en un infernal patio de colegio, donde el matoneo es la única forma de expresarse y relacionarse.

Las reacciones violentas inundan desde ayer el mar de internet con descalificativos e insultos, ya sea para defender o atacar a Vicky Dávila, al Ex General Palomino o al Ex Vice Ministro Carlos Ferro; con relación a este último, los comentarios apuntan a un tipo de violencia específica: La homofobia.

El video que ayer provocó la renuncia de Ferro y hoy la de Palomino, y cuya publicación defiende Vicky Dávila con un tuit que reza: “Acepto las críticas. Sin embargo, hay unas denuncias muy graves en el fondo de todo esto. El vídeo es solo una prueba que será valorada”, ha generado una avalancha de agresiones ciegas en todas las direcciones. La situación no es muy distinta de los episodios en los que en la calle, un grupo de personas decide tomar la justicia por propia mano y acribillar a quien intentó cometer un hurto. No podría ser de otra manera, un acto de violencia como el que ejecutó Vicky Dávila contra la vida íntima de un persona, no puede generar sino más violencia.

Dos preguntas: 1. ¿Cómo hacer para que un material íntimo divulgado por un periodista (o por cualquiera), no genere en la audiencia esa reacción de turba iracunda, que organiza y se suma al linchamiento contra la integridad moral de una persona? 2. ¿Cómo hacer para que, en vez de lo anterior, seamos una audiencia capaz de detenerse a reconocer el derecho de los implicados y optar por un reproche con educación en contra de la publicación indebida?

En este caso, un video en el que dos adultos sostienen una conversación privada acerca de sus preferencias sexuales, con el que no se prueba delito alguno, no debe servir de excusa para que toda la nación de redes sociales y medios de comunicación condene o descalifique a los involucrados, tampoco para organizar un festival de la homofobia en el que se perpetúe el lenguaje peyorativo en contra de los homosexuales y mucho menos para que el contenido se convierta en otro capítulo del reality morboso en el que se ha transformado gran parte del flujo de información en internet.

La publicación de un video de esta naturaleza debe invitarnos a elevar un reproche colectivo, argumentado y desapasionado, en contra de una periodista que ayer cruzó los límites de la ética, al situar sus intereses particulares y el hambre de protagonismo y rating, por encima de la integridad de una persona.

¿Qué tipo de audiencia están formando los medios de comunicación o qué tipo de medios de comunicación estamos formando nosotros como audiencia? ¿Nos han convencido o los hemos convencido a ellos de que el morbo y la indignación barata son la única forma de llamar la atención? La frase “es que ese es el periodismo que vende”, la usan periodistas y audiencia, como un descarado mantra para excusar lo inexcusable. ¿Hasta dónde va a llegar el circo mediático que se monta a diario con actos de desinformación cada vez más bajos y un manejo cada vez más irresponsable de lo que se comunica?

Como audiencia necesitamos urgentemente evolucionar nuestra manera de ser en redes sociales, como consumidores y divulgadores de contenidos. Es nuestra obligación no caer en la tentación del morbo y de la reacción violenta y ciega. Si no evolucionamos en este aspecto, no seremos más que una comunidad adicta al descalabro público de las personas, patrocinadores del mal periodismo y cómplices de la destrucción moral de seres humanos. Lo anterior nos convierte en lo que yo llamaría una “Comunidad de la Infamia”: Una sociedad de criaturas programadas para reaccionar con agresión, morbo y desprecio por los semejantes.

A Vicky Dávila, la falta de compasión, es decir, la incapacidad para ubicarse en el sentir del otro, la llevó a desconocer los principios de su profesión. A los demás medios que divulgaron el video, también les faltó compasión, al reproducirlo a gran escala, sin medir las consecuencias, con el único propósito de hacer parte del tema viral del día. A su vez, a las personas que en redes sociales divulgaron enlaces hacia el video, les faltó compasión, porque se hicieron cómplices del atropello.

Como audiencia tenemos el poder y el deber de influir en lo que los medios de comunicación nos dan a conocer y en la forma en la que nos lo dan a conocer. Siempre que los contenidos presentados sin respeto a la dignidad de los implicados se conviertan en el tema más compartido y comentado en redes sociales, le estaremos demostrando a los medios que eso es lo que queremos ver y que así es cómo lo queremos ver. Les estaremos demostrando que efectivamente queremos hacer parte de esa comunidad de la infamia.

Una muestra de cómo deben darse a conocer estos temas y de la profundidad con que deben abordarse, la dio el portal LaSillaVacía.com, con la publicación del artículo “¿Vicky inaugura una nueva era del periodismo nacional?”. Sin mostrar el video, La Silla da a conocer la situación, sus antecedentes, las motivaciones de los implicados, el contexto global del asunto y además analiza el proceder de Dávila, cuestionando las prácticas periodísticas que por estos días imperan en nuestro país. Mis respetos para ese portal, así se debe informar, así debemos exigir que se haga periodismo.

Exigir y ofrecer calidad en el tratamiento de la información es la única forma de romper con la comunidad de la infamia.


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