Dostoievski Vs Tolstói


Muchos pensamos que Dostoievski y Tolstói, los dos magnos monumentos de la literatura rusa y universal, cada uno fue grande en su época. Pero nos sorprendemos cuando nos enteramos que eran muy contemporáneos (con escasos 7 años de diferencia), y sobre todo al saber que nunca se conocieron en persona.

Ambos fueron hijos de la Revolución, y podemos decir que ambos fueron revolucionarios en sus propias vidas. Dostoievski nació en Moscú en noviembre de 1821, mientras que Tolstói nació en el año de 1828 en Yásnaya Poliana, la enorme finca rural que perteneció a su familia. En esa década, Rusia sufrió un período de inestabilidad a causa de la muerte del Zar Alejandro I en el año de 1825, lo que despertó la reacción de los liberales, quienes intentaron evitar la coronación del heredero directo, su hermano Nicolás, de talante reaccionario, en beneficio del otro hermano, Constantino, de ideas más liberales. Pero finalmente Nicolás se convirtió en el zar Nicolás I. Estas revueltas levantaron el sentimiento antiimperialista, lo que generó en el Levantamiento Decembrista, que fue la sublevación de un grupo de oficiales del ejército ruso contra la Rusia Imperial y Nicolás I. Debido a su mala organización fueron reprimidos fácilmente, fortaleciendo la autocracia zarista, pero dejando esa pequeña mecha revolucionaria en el ambiente. En ese ambiente crecieron ambos escritores.

Uno de los rasgos que marcan la diferencia de ambos es la condición social y económica de cada uno, su infancia y cómo crecieron y se desarrollaron.

Dostoievski tuvo una vida muy dura desde temprano, una relación complicada con su padre que se acentúa cuando éste lo envía a una academia militar en la que nunca pudo encajar, pero que tras graduarse se dedicó a la literatura. En 1849, tras haber publicado sus dos primeras novelas, “Pobres gentes” (1846) y “El doble” (1846), su vida y carrera quedó interrumpida tras ser arrestado por leer y promover la lectura de escritores franceses socialistas, que estaban prohibidos en la Rusia zarista de Nicolás I. Él, junto con sus amigos, fueron enviados a prisión inicialmente con la orden de ser fusilados, pero afortunadamente a último momento se les condenó al exilio. Fue sentenciado a 4 años de trabajos forzados en Siberia y a servir a su país como soldado raso. Tras esa terrible experiencia, empezó a sufrir de crisis nerviosas y epilepsias que le acompañarían de por vida. Su vida le fue dotando de la visceralidad que refleja en sus obras, pero también de un cambio de perspectiva, en cuanto a sus convicciones religiosas. Idea a la que se aferró en su sufrimiento, y a la que otorgaría la razón de su salvación. Pero entre los otros presos y asesinos con los que convivió, logró conocer gran parte de la oscuridad del alma humana.

Luego de esa etapa y de regresar a San Petersburgo lleno de dudas y de la muerte de sus seres queridos, quedó en la ruina definitivamente. Se vio obligado a escribir para sobrevivir vendiendo los derechos de sus obras por miserias. Entre ellas surgió “El jugador” inspirada en su propio vicio. El peso de las deudas lo llevó a escapar del país, y empezó a tener una vida errante de pobreza, pero de mucha creatividad. En ese tiempo concibió sus grandes obras maestras, “Crimen y castigo”, “Los demonios” y su última novela “Los hermanos Karamazov”, que logró completar antes de su muerte en el año de 1881 en San Petersburgo.

Tolstói, por otro lado, fue perteneciente a la más antigua nobleza rusa proveniente de Alemania, con mucha riqueza y posesiones. Pero, aunque su estatus le dio ciertas facilidades, tuvo otro tipo de problemas porque en cierta forma rechazó su destino prefigurado y decidió dedicarse a las letras y retirarse a su propiedad en Yasnaia Poliana, tras su participación como militar en la guerra de Crimea. Esos años en la guerra, junto con su espíritu pacifista (aumentado por su transformación al cristianismo), le servirían de inspiración para su gran obra maestra, “Guerra y Paz”. Alcanzó una fama temprana con tres relatos autobiográficos publicados por la revista `Sobremennik` de San Petersburgo, titulados: “Infancia” (1852), “Adolescencia” (1854) y “Juventud” (1857), y adelantando su estilo plenamente realista. Sus más famosas obras son “Guerra y paz” y “Anna Karenina”, consideradas como el punto más alto del realismo.

“La guerra me ha interesado siempre, pero desde el punto de vista de las combinaciones de los grandes capitanes. Lo que me interesaba era el hecho mismo de la guerra, el hecho de matar. ¿Bajo qué influencias se decide el hombre, sin interés visible, a exponerse al peligro y, lo que aún más, a matar a sus semejantes?”.

En su parte religiosa, Tolstói creía en la separación entre la intimidad religiosa, la creencia individual, y los poderes eclesiásticos. Se convirtió en un mujik (campesino ruso) que predicaba de pueblo en pueblo, intentando volver a los orígenes cristianos primitivos, libres de Iglesia y Estado.

Posibles encuentros

Durante sus vidas paralelas cada uno tenía conocimiento del otro y se seguían en la distancia. Pero algo siempre impedía la reunión entre ellos. En 1855 Tolstói llegó a San Petersburgo, y conoció a multitud de autores, incluyendo a Turguéniev y Nekrasov, pero en esos momentos Dostoievski acaba de salir de la cárcel y estaba exiliado en Siberia. En 1869, tras publicarse “Guerra y paz”, Dostoievski quedó impresionado y trató de conocer a Tolstói, pero el encuentro no se materializó. Nuevamente, en un episodio muy conocido, en el año de 1877, Dostoievski dio su famoso discurso en honor a Pushkin. En el evento estaban presentes todos los escritores importantes de la época, excepto Tolstói. Y finalmente, en 1880, Dostoievski iba decidido a visitar a Tolstói en su finca de Yásnaia Poliana, pero sus amigos le recomendaron no hacerlo porque el escritor ya no toleraba las visitas y estaba recluido en su nueva forma de vida y alejado de la vida social. Todo parece indicar que Tolstói fue quien siempre evitaba los encuentros, pero siempre estuvo muy pendiente de la obra de su colega. El crítico Nikolái Strajov, que era amigo de ambos, en un momento ejerció de mensajero para llevar recados de un escritor al otro, y gracias a él conocemos detalles íntimos de esta conflictiva relación intelectual. En uno de esos mensajes se cuenta que cuando Tolstói leyó “Memorias de la casa de los muertos” de Dostoievski quedó tan impresionado que en una carta escrita a Strajov dijo que "era lo mejor de la nueva literatura, incluyendo a Pushkin".

La carta

Cuando en el año de 1881, un año después de que intentase visitarlo en su finca, Dosteievski muere, Tolstói lo lamenta profundamente y le escribe a su amigo Nikolái Strajov la siguiente carta:

A N. N. STRAJOV

Yásnaia Poliana, 5-10 de febrero de 1881

“(...) Cuánto querría decirle todo lo que siento sobre Dostoievski. Cuando describe usted su sentimiento ha expresado parcialmente el mío. No le había visto jamás ni me relacioné personalmente con él; y al morir, de repente, he entendido que era para mí el hombre más entrañable, más querido y necesario. Como soy hombre de letras, y -como todos los literatos- altivo y envidioso, así me creo yo al menos, nunca pensé equipararme a él, en la vida. Cuanto creó (todo, lo bueno y verdadero) era de tal índole que cuanto más hacía tanto mejor para mí. El arte, como la inteligencia, me inspira envidia; sin embargo, la obra del corazón, sólo alegría. Por tanto, le estimaba como a un amigo; y pensaba que llegaríamos a vernos; si bien hasta el momento no había pasado, tenía yo que hacerlo. Y así, sin más, sentado a la mesa -comía solo por haberme retrasado-, leo: ha muerto. Se había derrumbado un pilar que me sostenía. Quedé descon­certado; después pude ver con claridad cuán entrañable me era, entonces lloré, como lloro ahora.

Pocos días antes de la noticia, había leído Humillados y ofendidos, que me conmovió mucho. (...)”

Luego de la muerte de Dostoievski, la viuda del escritor, Anna Snitkina, mantuvo una relación con el matrimonio Tolstói. Tuvieron muchos encuentros y Tolstói confesó arrepentirse de no haber conocido nunca al gran escritor. Pero otra mujer en la vida de Dostoievski dio más condimentos de esta relación y encuentros fallidos. Aimée Dostoievski, la hija del autor, escribió un libro titulado: “Vida de Dostoyevski por su hija”, en el que hace referencia a la razón por la que nunca se conocieron: Por miedo. ¿Miedo, a qué? A discutir. Porque más allá de la admiración que sentían mutuamente y los recados que se enviaban con su amigo en común, ambos tenían ideologías muy distintas sobre muchos temas. Quizás fuese esa la verdadera razón.

Las diferencias ideológicas de ambos escritores iban desde lo social, político y religioso. Sus respectivas experiencias y vivencias les hicieron asumir distintas posiciones al final de sus vidas. Ambos son escritores fascinantes, con los que he disfrutado enormemente. Confieso mi predilección por la literatura de Dostoievski, por su visceralidad y estudio de la psicología humana en sus personajes, aunque por ejemplo el final de “Crimen y castigo”, que siempre ha sido un poco polémico y ha dividido a los críticos, también lo encontré con poca sintonía con el resto del libro (y conociendo su vida, podemos ver en esa parte la transformación espiritual y casi radical que experimentó en sus convicciones religiosas), pero en una reseña que hice sobre el libro en su momento, traté de verle el lado positivo, porque el final no desmerita el resto de esa gran obra maestra.

En el Club de Lectura de Ábaco estaremos leyendo un cuento de cada uno de estos escritores, durante el Ciclo de Literatura Rusa, luego de haber leído Almas muertas de Gógol: “Noches blancas” de Dostoievski y “La muerte de Ivan Ilich”de Tolsói, que serán dos lecturas interesantes para conocer aspectos distintivos y versátiles de ambos: el romanticismo de Dostoievski y el relato de Tolstói en el cual se parece más a su colega. ¡Quedan invitados!

Alejandro Salgado Baldovino / Coordinador del Club de Lectura de Ábaco


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