Mi mujer un ocho de Marzo.


Cierto es que sólo el tiempo da sentido y lugar a lo que observamos. El tiempo permite la digestión de las ideas, y despeja lo que antes parecía incomprensible. Por ejemplo, sólo el tiempo permite a las mujeres la comprensión del universo de su condición co creadora. 

Voy a cumplir tres décadas sobre la faz de esta tierra, y aunque no tenga ni idea cómo pintarme las cejas en la onda más trendy o considere una malformación de la idea de empoderamiento el excesivo desnudo del cuerpo femenino, entiendo que un día como hoy la mujer, a todo nivel, reclama a la sociedad un reconocimiento a su aporte; un lugar en la historia donde se menciona más al compañero de especie ignorando -al parecer- el aporte de lo femenino.

Cada ocho de marzo, y como si se tratara de un artículo de fe, las mujeres intercambiamos mensajes, regalos y flores, los hombres halagan nuestros aportes: Un sólo día al año parece reivindicar lo que, por básica sensatez, nos corresponde.

Básica sensatez, me repito: 'sentido común'. Como mujer, acepto que no necesito más que mis argumentos y el pleno conocimiento de mi cuerpo y sus alcances para reconocerme como parte activa y fundamental del mundo. Como mujer joven, entiendo que mi aporte a la sociedad trasciende más allá de convertirme en abnegada esposa, madre comprensiva, mujer intachable y aún soy profundamente válida si decidiera un rol tan elevado como llevar las riendas de un hogar, que no es poco.

No es poco mantener prolijo y perfumado cada rincón del hogar, como tampoco lo es sacarse los tacones, día a día, servir comida al gato o dirigir las tareas de un hijo. Es mucho, y quizás el doble, llegar cansada de asear la casa ajena, y preparar "los fritos" para la venta callejera, como sucede con varias mujeres en la costa caribe.

Hoy he decidido darme un abrazo, y con ello dárselo a todas las mujeres que rodean mi existencia: las amigas poderosas, las conocidas talentosas, las feministas que me odian, mi madre, la señora que colabora en mi casa y cada una de mis tantas hermanas. Me abrazo porque entiendo que una fecha como hoy no reivindica lo que somos pero nos recuerda que nuestra humanidad está destinada a alimentar -con suma urgencia- los espacios donde hacemos sociedad.

No somos iguales a los hombres, ni tampoco lo somos entre mujeres. Sobre todas las exigencias que el mundo actual nos hace, hemos de recordar que vinimos humanas, y que nuestro aporte a tal condición radica en la manera como alimentamos nuestro ser, más allá de los logros, la coquetería y el maquillaje.

Me doy un abrazo mientras releo y acepto que soy mujer, aún cuando mi ritmo, mis pasiones y estilo de vida parecieran distar de los parámetros válidos que erige esta sociedad para aprobarnos, o no. 

Abrazo a mis mujeres y a lo femenino que pervive en los hombres que me rodean, con la certeza de saber que algún día, cada vez más cercano, las aparentes pugnas entre hombres y mujeres serán cosa de un pasado que no nos pertenecerá.

Con cariño,

Mi ovario y medio.

 

Tania del Pilar.


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