Pedro Medina León

Pedro Medina León:“Miami es más que una ciudad frívola"


 

 Pedro Medina León hace diecisiete años vive en Miami. Es escritor, editor, gestor cultural, amante del cine..., y encontró en esta ciudad “suburbio” de Estados Unidos (como el mismo la considera) un espacio para divulgar las letras hispanoamericanas. Es peruano, pero los años de exilio en una ciudad multicultural como Miami lo han dotado de una mirada más transnacional. A Vargas Llosa, al margen de que no comporta con él muchas de sus ideas políticas y sociales, lo admira como escritor y por el coraje que tiene para defender sus ideas. “Tiene los cojones bien puestos”, afirma. Sobre su país no habla mucho y considera que en este, el mundo literario es más un mundillo con muchos intereses y conflictos de por medio, aunque considera que tiene buenos amigos que se desenvuelven en él. Tal vez esta sea una de las razones (la de no querer entrar en ese mundo) para que al día de hoy siga en Miami; una ciudad que es protagónica en sus novelas, pero que también es clave en su labor de editor y gestor de la cultura hispana en Estados Unidos. Desde esta también dirige Suburbano (revista y editorial) donde se publican textos de autores consagrados y emergentes. Es autor de los libros Streets de Miami, Mañana no te veré en Miami, Lado B, y su más reciente novela, Varsovia (2017): una historia sobre el submundo de Miami, una historia de seres marginales en la ciudad que muchos asocian con el lujo y las fiestas. Como editor ha presentado las antologías Viaje One Way y Miami (Un)plugged.

 

¿Alguna razón especial para haber venido a Miami?

Vine a Miami porque necesitaba encontrarme, yo digo que Pedro necesitaba salir a buscar a Pedro: crisis económica, crisis vocacional; no me hallaba en ningún espacio limeño. Desde entonces he estado aquí. Y bueno, fue Miami, por razones prácticas, ya había venido antes y me había gustado.

¿Por qué Pedro no se encontraba en su país?

En Perú no me encontraba, había estudiado Derecho más por descarte que por otra cosa. Lo que me gustaba era leer y ya entrado en la facultad supe que quería explorar más ese mundo de las letras, y hacerme escritor. Hice algún taller de narrativa y con un amigo escribíamos cuentos y nos criticábamos el uno al otro, fue muy útil, pero me di cuenta de que en mi país el ambiente literario no me gustaba para nada. Siempre hay que tener amigos y personas del mundo literario a quienes les tienes que caer bien para que progreses.

¿Y en Miami puede un escritor hispano vivir de escribir?

No. Realmente yo vivo acá de un oficio estadístico, por así decirlo. Trabajo hace doce años en un banco. Soy un Quality and Performance Management Officer. Yo vivo de los números.

Se puede decir que eres un escritor de Miami. ¿Qué tiene Miami que te ha producido ese deseo de contarla en tus obras?

Mira, muchas personas dicen que es una ciudad frívola, fiestera, y hasta antiliteraria, y es cierto que no es la ciudad más literaria del mundo, pero tiene muchas historias, es muy rica en ese sentido. Historias de la mafia, de la corrupción, de un mundo marginal extraordinario. En sus diferentes etapas Miami ha tenido una parte corrupta. También tiene un choque de culturas, y eso para mí es algo que no tiene precio.

¿Entonces Miami no es tan frívola?

Miami tiene esa estampa, pero para los que vivimos acá es todo menos una ciudad frívola. Es una ciudad donde se trabaja tanto que no hay tanto espacio para la frivolidad. También te diría que es una ciudad muy dura y agresiva, que no da tregua, que te arranca muchas lágrimas, pero que te llena de coraje y valor. No es para cualquiera.

¿Y en ese choque de culturas que se encuentran en Miami qué es lo que más te ha llamado la atención para tu oficio de escritor?

El aporte del lenguaje. Es un coctel maravilloso. Porque yo no te puedo escribir una novela ambientada en esta ciudad tan multicultural y presentar un registro como el de un colombiano, o como el de un ecuatoriano. El mayor reto de un escritor que escribe una historia ambientada en Miami es lograr esa verosimilitud del lenguaje.

Eres editor también. ¿Cómo llegaste a serlo?

El oficio de la edición me encantó por la minuciosidad de la labor. El buen editor mejora los textos, hace crecerlos. Me encanta escarbar los textos, buscar la perfección, y esto lo descubrí escribiendo. Yo soy así con mis textos. Me demoro mucho con ellos. Los edito, los edito... y los vuelvo a editar.

Desde tu posición de editor. ¿Cómo le va a la literatura hispana en Estados Unidos?

Eso tiene dos puntos de vista. Los escritores hispanoamericanos que escriben en español y luego son traducidos, pero esto sucede muy poco, y además es muy caro el proceso de traducción, y el otro es el circuito de autores de origen hispanoamericano que su mundo editorial es en inglés, incluso, a muchos ni les interesa ser traducidos al español. A ellos les sirve el rótulo de Latin writers, pues es algo de marketing, y vende, pero son escritores estadounidenses. Hacen parte del mercado editorial en inglés.

¿Entonces no es rentable escribir en español en Estados Unidos?

En español no lo es. En el mismo mercado hispano no lo es, tampoco lo es acá, ni siquiera en Miami donde el español es un idioma que tiene más valor simbólico que en el resto de Estados Unidos. Ahora bien, escribir en inglés, mismo que sean temas puramente latinos, sí es rentable. Hay muchos estímulos para el escritor en este país. También sucede que acá no hay ninguna intención de reivindicar o mostrar a los escritores hispanos. En las librerías más allá de los clásicos: Borges, García Márquez, etc., son muy pocos los autores hispanos que son reconocidos y que tienen una obra consolidada en este mercado. A los escritores contemporáneos de entre 25 y 50 años no los conoce nadie aquí.

¿Pero en Miami es más posible ese espacio de reconocimiento literario hispano que en otras ciudades de EU?

Sí, además porque en la ciudad hay un movimiento. Miami tiene una ebullición. Hay revistas, talleres literarios, charlas. Vienen escritores, hay debates. En gran parte se entiende porque aquí el español es un idioma de peso, lo hablan dirigentes, empresarios, mientras que en otras ciudades, como New York, es un idioma de cocina.

¿Fue con este objetivo de fortalecimiento de la cultura hispana en EU que nació Suburbano? ¿Por qué este nombre?

Pues sí, su nombre es en honor a Miami, que por donde la mires es el suburbio de Estados Unidos. Aquí es el suburbio de los italianos, de los latinoamericanos, de los españoles. En ese sentido y pensándolo en lo literario y a falta de una estructura acá, quise brindar un espacio de gestión cultural donde se diera espacio al quehacer cultural hispano. Luego vino la editorial. Publicamos diferentes autores, pero fuera de las estructuras clásicas del mercado editorial.

¿Cuál es la línea editorial de Suburbano?

Es la de contenidos de calidad dentro de una estética pop. Crónicas, entrevistas, reseñas de libros de autores hispanoamericanos que viven en Estados Unidos, pero también de autores que viven en sus respectivos países y que tienen algo para contar al mundo.

¿Es también un espacio para autores que no hacen parte de un mercado periodístico y editorial tradicional?

Claro, esa es una de las razones clave de Suburbano: abrir una puerta a diferentes autores que en medios tradicionales de nuestros países no tienen chance. Hay autores aquí que no tienen nada que envidiarle a un periodista o escritor famoso. Lo que se necesita son oportunidades, y eso intentamos; dar esas oportunidades.

Ahora la pregunta de siempre. ¿Cuáles son tus influencias literarias?

Más que influencias me gusta hablar de las lecturas que más disfruto. Y en ese sentido, mis lecturas han cambiado mucho. Llegué a Estados Unidos leyendo a Javier Marías, Antonio Lobo Antunes, Alessandro Baricco, entre otros. Pero ahora eso ha cambiado mucho, mis lecturas son hoy más en inglés, lo reconozco. Hemingway es uno de ellos. Hace poco releí prácticamente toda su obra, en inglés. Russell Banks también me gusta mucho. Lo mismo Elmore Leonard y Charles Willeford. De los latinoamericanos me gusta mucho Leonardo Padura. La serie de Mario Conde la he leído por lo menos tres veces, hasta me sé fragmentos. En México me gusta Élmer Mendoza. Es que realmente me gusta el género policial. Y en otro género, a un autor actual que disfruto muchísimo es a Emmanuel Carrère.

Por cierto y para cerrar, hay una historia policial en Varsovia, tu última novela.

Sí, Varsovia es mi nueva novela, la escribí entre agosto de 2014 y octubre de 2016. Y sí, hay una historia policial en ella, pero mi planteamiento principal ha sido contar una historia del submundo de Miami, una historia de seres marginales (una de esas historias a las que me refería cuando dije antes que Miami estaba lleno de historias). Quien nos conduce a ese submundo es el Comanche, el personaje principal, que hace las veces de “investigador”, aunque realmente no lo es. En algún momento lo fue, pero en Varsovia, él se gana la vida apostando al billar, y por hacer un favor a una de “sus amantes” mete las narices en una investigación, donde se encuentra con personajes del mundo de la pornografía, dealers, prostitutas, etc. Todo esto sucede en Miami Beach, entre barras de bar de mala muerte y fondas de medio pelo. 

Varsovia. Pedro Medina León.

Varsovia, Editorial Sudaquia, New York, 2017.


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