Carlos Vives....Segunda Parte: Los Cantos de Rafael Escalona.


Carlos Vives…  Segunda Parte. Los Cantos de Rafael  Escalona.

La noche daba los últimos besos a la madrugada, sin embargo la magia del acordeón de Egidio Cuadrado, la caja y la guacharaca seguían incansables;

era el vallenato típico en sus más fieles expresiones, las cuales compartíamos con el maestro Escalona, Mayté y Ricardo Villafañe, el otro acordeonista de Carlos y toda una cantidad de personas reunida para continuar disfrutando del goce de las canciones compuestas por el  hijo de Patillal.

Mientras esto pensaba, discurrían las notas de :

Yo vengo a darte mi despedida,

Con este merengue sentimental,

para que sepas Maye querida”…;

y también sonaba:

…”Te traje pirañas de miles colores,

que en el Amazonas la gente se come …

cosas muy bellas pa’ti bella mona”…;

de inmediato recordé a la rubia , a la mona sincelejana que muchos años atrás había sido uno de los grandes amores de mi vida y sentí  igual que Alfredo Gutiérrez cuando cantaba:  “Un amor viejo” …

 Pero aún faltaban varios cantos de Escalona, de pronto no los más escuchados ni los más interpretados por ejemplo, por “Bovea y sus Vallenatos” con la voz líder de Alberto Fernández cuando el vallenato se ejecutaba con guitarra o, las espectaculares grabaciones de Alejandro Durán como  ésta:

“Me llaman, me llaman el playonero,

y en Codazzi tengo renombre”…;

quiero decir que hacía   falta algunas de las canciones del pentagrama de mi vida, esas que impactaron mis vivencias juveniles, pero tal vez , lo más importante es que estaban ligadas a “la historia  nuestra” esa  a la que cantó Joe Arroyo en “Rebelión”, a la historia natural del Planeta Tierra, a la historia social de este país.

de esta forma una tras otra fueron saliendo las notas de “El Almirante Padilla”:

Allá en la Guajira arriba,

donde nace el contrabando,

El Almirante Padilla,

Barrió  a Puerto López , lo dejó arruinado.

…Barco pirata bandido, que Santo Tomás lo vea,

Prometo hacerle una fiesta,

Cuando un submarino lo voltee en Corea”...;

El Almirante Padilla, una fragata de la armada de Colombia en la década de los años 50 se convirtió en el terror de los contrabandistas de la Guajira y del Caribe y participó  también en la guerra que desangró al pueblo coreano durante los años 1950-1953;

 esa noche de recuerdos le conté a mis compañeros  de “farra” que los  tres  primeros años de mi vida, transcurrieron durante este conflicto internacional, pero que nada recuerdo de ese tiempo;

por ello la guerra de Corea sólo vino a ser significativa en mi vida cuando en bachillerato estudié la historia nacional y después con los relatos de los ex combatientes del Batallón Colombia, reclamando sus derechos y doliéndose por sus centenares de bajas en una tierra que no conocían, en un conflicto que surgió de “la Guerra fría” entre capitalistas y  socialistas en una estúpida contienda que patrocinó el imperialismo y apoyó el gobierno lacayo  de Colombia en ese período;

emocionado , el Maestro Escalona agradeció mis explicaciones y  en seguida continuó el  grupo de Carlos con “El  Medallón”    cuyo tema central es mi Cartagena de Indias:

De Cartagena, te traigo yo

el medallón de un barco pirata,

que Blas de Lezo se lo robó pa’

regalárselo a su muchacha…;

de inmediato recordé la batalla que decidió la suerte de  nuestra América  en manos del colonialismo español, en la cual la armada española y el glorioso pueblo de Cartagena derrotaron a la armada inglesa en 1741 en la llamada “Guerra del Caribe”, cuando la escuadra del Almirante Sir Eduard Vernon fue derrotada, gracias a la valentía del pueblo raso enrolado en las filas del ejército realista, gracias al liderazgo de Blas de Lezo en la isla de Tierra bomba( Boca chica) y del general Carlos Desnaux en el Castillo de San Felipe.

De manera paradójica a Blas de Lezo que nada tuvo que ver con la victoria en San Felipe, se le erigió una soberbia estatua, mientras a Desnaux se le colocó una sencilla placa gracias a la iniciativa del Centro de Historia en el año  1985 ó 1986;

la gesta del pueblo sólo vive en nuestros recuerdos de esa batalla que pudo haber cambiado la historia de América Latina si hubiesen triunfado los ingleses;

así canción tras canción transcurría la noche, mientras que Carlos a marcha forzada recordaba las canciones de Escalona que picaba Egidio en el acordeón y fueron apareciendo mis favoritas más favoritas como esta de “El Pirata de Loperena”,

“No te extrañe que yo

Me haya desterrado

y no camine por el Barrio Loperena,

te juro, que vivo como el pirata,

rondando las murallas de Cartagena”,

 despertando grandes recuerdos al evocar los apoyos incondicionales  y valiosos que Doña María Concepción Loperena  de Fernández de Castro heroína de la liberación de Valledupar(1813) en cuyo honor se le dio el nombre al barrio,  le prestó al ejército popular libertador liderado por Simón Bolívar en el proceso independentista;

sin embargo, más afectuosos fueron los recuerdos de cuando en una noche de septiembre llegué  a mi casa del Pié de la Popa cantando con un conjunto vallenato:

… como el 11 de septiembre cumples año,

yo quisiera regalarte muchas cosas,

ay ¡ al cielo le voy a robar

 la nube más hermosa pa’

ponértela en las manos,

por que si quieres ,

una prueba de amor , nadie te la da mejor..;

era el cumpleaños de mi señora Doris Herrera Zárate quien emocionada me recibió con un apasionado beso, de esos que  compartimos a diario;

ya  la madrugada transcurría rauda y el ambiente se llenó de un rico olor a carne asada dispuesta en un suculento brindis, reactivando en mi memoria gastronómica, los platos exquisitos de carne de animales que no estaban en vía de extinción por allá en la década de los años 50, los cuales consumían nuestros abuelos sin impactar el equilibrio natural;

de inmediato,  gracias  a mis sugerencias, el Maestro Escalona, hilvanando sus recuerdos también, pidió  a Carlos y Egidio que interpretaran el Jerrejerre:

“Yo iba pa’ Manaure, pero quise devolverme

me salió una fiera con figura amenazante,

 era un armadillo, era un jerrejerre,

que pa ’meterme miedo,

me flequeteaba por delante…

Al fin se aburrió de tanto ponerme cebo,

de buscarme pleito,

y como yo nada le hacía,

me torció los ojos y

salió corriendo , allá pa ‘la serranía”;

entonces el Maestro explicó su “gran aventura “con un armadillo o jerrejerre, como  llaman los vallenatos a este inofensivo animalito, un mamífero de cientos de millones de años,  cubierto de una extraordinaria armadura de donde deriva su nombre;

el jerrejerre terminó siendo su mascota preferida, gracias a su mansedumbre y a la posibilidad  que tiene de convertirse en un bola inexpugnable, de manera parecida a como el puerco espín lo hace para defenderse;

llegaba a su final la madrugada anunciando el  término de aquel encuentro maravilloso y entonces la nostalgia invadió mi alma cuando sonaron las notas de Mala Suerte:

“Díganle  a Chema Maestre, lo mismo a Arturo Molina,

Que yo me voy pa’ La Guajira,

Porque aquí tengo mala suerte…

Se que me recordarán cuando vayan a parrandear,

Y Alfonso Piña hasta dirá, el pobre Escalona murió allá”;

aquí el ser nostálgico que cada costeño lleva por dentro afloró  con más fuerza al recordar las parrandas inolvidables , con amigos y familiares también inolvidables, al evocar aquellos tiempos, que tal vez hoy vuelven a repetirse, con ingredientes diferentes , pero siempre con más años a cuestas;

así continúe pensando, cuando al cantar con Egidio y Carlos “La Nostalgia de Poncho” reviví aquellos cinco años interminables de mis estudios  ( cuatro estudiando y dos semestres perdidos por huelgas del movimiento estudiantil de la época (1970- 1974 )en Barranquilla, cuando, cada semana viajaba  “la Arenosa”, con mis sueños  juveniles, en las tardes de cada domingo si había exámenes parciales los lunes, o procediendo como lo hacía Poncho:

“Si lo vieran como sale ,

Hombre el pobre Poncho, pa’

Manaure pero los lunes se regresa,

 hombre siempre lleno de tristeza,

 “porque deja en Cartagena a la gente que lo ama”…;

así en este encuentro real con las canciones de Carlos Vives, la magia del acordeón de Egidio Cuadrado y los poemas costumbristas de Rafael Escalona, en espacios ideales e imaginados, abrí el baúl de los recuerdos de mi vida en un pentagrama más, tal como aspiro a que lo sigan haciendo mis amig@s lector@s, evocando sólo los mejores momentos…porque la vida es muy corta para recordar aquellos que no lo fueron. Continuará… Correo electrónico: uellesq@hotmail.com

 

 


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