Nelson Pinedo de Barranquilla 2: Señora Bonita..De que Callada Manera.


Nelson Pinedo de Barranquilla 2: Señora Bonita…De que Callada Manera.
Sin darnos cuenta, la noche con su manto oscuro y fresco de diciembre había caído; entonces Nelson Pinedo, el Currambero Mayor, El Virrey Currambero del Ritmo- como le había bautizado yo- se acercó y me dijo: Es hora de la serenata, no se le olvide “Trovador”; era el nombre con el cual me conocían mis compañeros de universidad por mi carácter de melómano empedernido.
Prestos salimos hacia la calle 64 con la carrera 43, la 20 de julio, con la compañía de dos invitados muy especiales: Pablo Milanés, el de la nueva trova cubana y el insigne Nicolás Guillén, el poeta nacional de Cuba, quienes el día siguiente asistían a un recital en la Universidad del Atlántico, gracias a la gentileza de uno de sus rectores más ilustres: José Consuegra.
Ella: Mi Señora Bonita vivía frente a mi apartamento estudiantil y por esas cosas del destino y las tentaciones que pone el amor cuando se torna más ciego de lo que es, trabajaba de decana en la facultad de educación de la U.
Era -todavía sigue siéndolo -como me la recetó el doctor: Trigueña clara, alta, relativamente, cabellos castaños hasta la altura de los senos hermosos que aún conserva; sonrisa angelical, de esas que te derriten como mantequilla en sartén caliente, cuando miras sus labios que invitan al beso y al amor del bueno.
Gentil en su trato, tierna y cariñosa y siempre dispuesta a apoyar a quien necesitara sus valiosos servicios, en secreto me enamoré de ella, pero se formó el gran dilema de mi vida: Como decirle sobre mis sentimientos…Yo era un estudiante de último año, ella toda una señora decana, casada y con dos hijos; parecía como dicen los poetas uno de esos amores imposibles que guardas en el alma ,de esos que nunca te atreves a confesar, no por complejos, sino por que sí! Así es esta dulce vida!
Sin embargo, la persistencia y la tenacidad, dos de mis pocas virtudes, me impulsaban a continuar, y la velada con Nelson Pinedo se presentó como una oportunidad inmejorable.
Contraté un trio que tocaba en el Parque de los músicos, llegamos al apartamento y tal como lo había acordado con el Virrey Pinedo, en mi esquina , separado de ella ,de su casa, por 10 escasos metros, Nelson cantó:
Señora Bonita, hay algo en su boca,
tiene algo su cuerpo
que al verla que cruza, amor me provoca.
Señora bonita, usted me castiga,
y aunque no me quiera,
le digo mil veces que Dios la bendiga.
Señora bonita, su cara es dulzura,
mis brazos le ofrecen
el discreto encanto de una aventura.
Señora bonita, yo siempre la sueño,
mire que ironía, yo amándola tanto,
y usted tiene dueño.
Sin comentario alguno en el ambiente, de inmediato, sin que hubiese tiempo para aplaudir a Nelson, Pablo Milanés intervino con este” petardo” de la nueva trova, con la letra original del Gran Maestro Nicolás Guillén, cuya poesía romántica, popular y negrista había conquistado el mundo:
De que callada manera,
se me adentra usted señora (variación mía)
como si fuera la primavera, yo muriendo
y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.
¿Quién le dijo que yo era
siempre risa nunca llanto?
¡Como si fuera la primavera,
No soy tanto!
En cambio, que espiritual,
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal.
De que callada manera…
Se me adentra Ud…señora…
En este momento, al concluir la canción, los aplausos brotaron de manera espontánea de cada uno de nosotros, quienes nos pusimos de pié; no era para menos: Se trataba de Nelson Pinedo alternando con Pablo Milanés, acompañados del Gran Nicolás Guillén.
La canción fue tan motivante, que Mi Señora Bonita, luciendo una sensual baby doll asomó su bello cuerpo a la ventana, de esas de las de antes del viejo Barranquilla de Esthercita Forero; los aplausos no se hicieron esperar, demostrando su agrado por aquellas canciones escuchadas en ausencia de su marido; fue mi serenata para ella - jamás se lo dije- aunque el pretexto fue una reunión cultural con amigos del alma y de la música.
Así, la noche continuó inexorable; entonces Nelson, interpretando mis afectos, nos invitó a que le acompañáramos cantando otro de sus grandes éxitos: “Desesperación”, con esta hermosa letra:
Desesperación, para besarte de nuevo,
para decirte mi cielo,
como le haces falta a mi corazón.
Desesperación de no tenerte a mi lado,
de no sentir tus caricias
y el goce divino que me da tu amor.
Que día tan bello será…
Ya al filo de la media noche por petición mía Nelson, Pablo y yo cantamos una de las más hermosas canciones del Maestro José Barros: “Momposina”, con la cual el Virrey Currambero del ritmo del Caribe, alcanzó también mucha fama en América Latina.
Mi vida está pendiente de una rosa
ella es hermosa y aunque tenga espinas,
me la voy a llevar a mi ranchito,
porque es muy linda mi rosa Momposina.
Ella me ha dado toda la inspiración
que tiene mi canción y por eso yo la quiero…
Sin embargo, en la medida que la música daba lugar a los versos del poema del Maestro José Barros, mi mente se trasladaba hacia esa tierra fascinante de Mompós, hacia su patrimonio cultural y de manera especial hacia su más hermoso patrimonio: sus bellas mujeres, hacia aquella momposina que amé muchas noches con la loca pasión de los años mozos, hacia sus ojos encantadores, que todavía conservan aquel brillo indescriptible que me cautivó durante varios años.
Para cerrar aquella estupenda velada que inició en el Parque de los Músicos y terminó en un hotel del Alto Prado donde se alojaban Pablo y el Maestro Guillén, hice un recuento de la vida artística del Virrey del Ritmo, mencionando aquellas orquestas que la emoción, la madrugada y el whisky dejaban que recordara: La Sonora Matancera, por supuesto, la orquesta del Maestro Peñaloza, Cortijo y su Combo, el combo del gran Ismael Rivera, la del legendario Tito Rodríguez, la de Chucho Sanoja, el venezolano inolvidable del “Lamento Naufrago”, de la inspiración de otro gran Maestro de la música del Caribe: Rafael Campo Miranda, Los Olímpicos del Jazz, Orquesta Emisora Atlántico Jazz Band, dirigida nada más y nada menos que por Pacho Galán : EL Rey del Merecumbé.
Y fue aquí donde me cansé y no pude contarles, que buscando los viejos discos de Nelson, me encontré una joya literaria original: La novela “Mompós Tierra de Dios” de Daniel Lemaitre Tono, quien también con su “Pepe” puso a bailar el Caribe entero en los años 50 del siglo pasado.
Hoy, después de tantos…tantos años transcurridos, en lo más recóndito de mi alma, para que nadie me los robe, guardo los recuerdos de mi Señora Bonita, esperando que un día me regale su más hermosa rosa de su rosal principal, como lo dijo aquella noche el gran Nicolás Guillén.
De igual manera, guardo los discos de Nelson Pinedo, con sus canciones que llegan al alma cuando esta se pone triste o cuando se pone alegre; canciones que el barranquillero seguirá interpretando durante muchos años más con la licencia de Dios y Cristo El mesías.


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