Inutili-DATT


Expresar públicamente que la ciudad de Cartagena se encuentra sumida en el más absoluto abandono en materia de seguridad, cultura ciudadana y movilidad, seria incurrir en una Perogrullada de magnitudes descomunales solo comparable quizá con la máxima expresión de la filosofía Pambeliana condensada en la simple pero efectiva frase “es mejor ser rico que pobre”. Sin embargo, a pesar de la importancia superlativa de los tres temas mencionados sin que sea posible establecer un orden de prioridad entre ellos, tal y como en las relaciones actuales, comenzaré por el final.

Cartagena es una ciudad cuyo crecimiento se ha dado de manera desmedida, descontrolada, al margen de un POT que solo sirvió para llenar los bolsillos de unos cuantos durante su puesta en marcha y posterior reglamentación. Esta falta de proyección y la miopía de la clase política local llevaron al colapso que vive hoy la capital del departamento de Bolívar dejando en evidencia sus carencias y atraso en materia de mantenimiento, rehabilitación y ampliación de la malla vial arterial. Con un sistema de trasporte masivo que se pondrá en marcha cuando Cristiano Ronaldo sea el referente mundial de humildad y discreción, la ciudad vive hoy el peor momento que se recuerde en materia de movilidad. Según algunos datos publicados en los medios locales, en Cartagena transitan por las mismas vías de hace veinte años, más de 85.000 motos, al menos 6.000 taxis y más de 100.000 vehículos particulares que a la par de los registrados en municipios cercanos tienen a la ciudadanía soportando, por fortuna, un solo trancón, que va desde el Barrio el Rodeo hasta la torre del reloj en el centro histórico desde las 6 am hasta las 8 pm cada día de nuestras vidas en la ciudad más incluyente del mundo puesto que la mayoría de sus autoridades político-administrativas carece de pantalones.

Hace un par de años cuando fue necesario suplir el cargo de alcalde mayor de Cartagena de Indias, la ciudadanía, incluyéndome, se decantó mayoritariamente por el Señor Dionisio Velez Trujillo en una clara muestra de querer reconducir los destinos de este barco que ahora naufraga estrepitosamente y que entonces solo estaba a la deriva. No obstante tener claridad respecto de la absoluta inexperiencia política del entonces candidato Dioniso, conocido en la ciudad básicamente por sus días de adolescente haciendo en de su juventud y beneficios en los pocos barrios de la ciudad a los que su estatus le permitía visitar, además de la homonimia con el respetado Dionisio Velez White, padre del antes mencionado. Desde entonces los Cartageneros han visto con insultante pasividad como el burgomaestre elegido fue entregando los destinos de esta joya cultural y arquitectónica a los intereses de un todopoderoso emporio político proveniente de la ciudad de Barranquilla, quienes aunque cercanos en cuanto a identidad regional se refiere, son tan disimiles de nosotros como una Coca cola y una Big cola.

En poco tiempo el Alcalde Dionisio Velez nos mostró su absoluto e irrestricto apoyo al racismo y la discriminación en la ciudad nombrando en una de las dependencias clave del distrito a un sujeto que públicamente en la red social Twitter expresó sus odios mas viscerales por el estilo de vida y expresiones culturales de quienes conocemos como Champetuos, mismos que al margen de los datos respecto del número de practicantes de dicha tendencia cultural, son personas, seres humanos a los que el Director del Datt de Cartagena, Señor Jorge Enrique Gonzalez Marrugo, anheló verlos compartir espacio y tiempo con el Genocida Adolf Hitler para que este último se ensañara con ellos en lugar del pueblo judío; ridiculizando de paso una tragedia que dejó una marca inolvidable en la historia tras el asesinato de más de cuatro millones de personas. Cito textualmente: “si Hitler hubiese conocido a los champetuos no se hubiera metido con los judíos” . Ante esta abrumadora evidencia irrefutable plasmada con orgullo en la red mundial de redes por parte de quien ofende, ataca y mancilla por considerarse intocable, la ciudadanía guardó silencio. En contraste, algunos medios capitalinos adoptaron como propia la ausencia de indignación Cartagenera y defendieron desde Bogotá los avances que en materia de integración cultural se viene dando desde hace al menos un par de siglos en política antidiscriminatoria logrando mediante el escarnio periodístico que el sujeto de marras se retractara de dientes para afuera porque como dice la Biblia en Mateo 12,34: …porque de la abundancia del corazón habla la boca. Sin embargo, contraviniendo el sentir de los ofendidos; el Alcalde Dioniso y su sanedrín lo mantuvieron desde entonces en el cargo en el que minuto a minuto hace patente su manifiesta incompetencia con un manejo timorato de los recursos humanos y económicos con los que cuenta.

Cambios viales sin suficiente socialización, andenes peatonales convertidos en parqueaderos, falta de señalización en vías tanto principales como alternas, persecución contra motociclistas que emplean este vehículo para trasladarse de su hogar hasta su sitio de trabajo y viceversa,  personal poco capacitado en labores administrativas nombrados sin la cualificación y experiencia necesaria, falta de autoridad en la toma de decisiones, ausencia de argumentos jurídicos que sustenten la toma de decisiones que afectan a cientos de miles de personas, ausencia de planes de contingencia vial, política de movilidad o adopción de medidas de choque ante el fracaso de las insulsas iniciativas implantadas por el anodino director en jefe del DATT son pan de cada día desprendidas de su tan funesta como negligente gestión.

Ante todo esto es menester cerrar filas en torno a iniciativas ciudadanas que pretendan desde el escenario jurídico, no político ni económico, poner coto a los excesos y arbitrariedades cometidos por funcionarios inútiles como el señor Jorge Enrique Gonzalez Marrugo, sin sentido de pertenencia por una ciudad que sufre embotellamientos y colapsos hasta por el simple pinchazo de una bicicleta ante la negligente mirada de quien no transita las calles que tiene bajo su cuidado y responsabilidad quizá por creer que en Cartagena, todos somos champetuos.

 

*Video propiedad de Televista Cartagena


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