Derecho a elegir


Esta es una historia verídica, pasó en el Reino Unido, pero se asemeja a lo que hacen muchos padres y madres por lograr sus objetivos cueste lo que cueste. El meollo del asunto es que un músico, maestro del violín, era muy bueno pero no famoso y tenía como meta llegar a ser Sir del Reino Unido o de Inglaterra. -Utilizó a su hija menor para alcanzar su propósito-

Desde muy temprana edad le enseño a tocar el violín, era su maestro y además el diseñaba los violines. La niña fue aprendiendo, tenía madera, al cabo de varios años ya era reconocida como un prodigio en la música. Llegó a oídos de la reina Isabel I y la mandó llamar. Fue llevada a palacio, junto con su padre. La realeza se quedó admirada con su dominio del violín y sus melodías. La reina preguntó, quién es el maestro de esta niña, no pasaba de los 7 años, yo soy su maestro y su padre también, contestó el hombre muy orgulloso. Oh que maravilla de hija le has dado a Inglaterra, por eso, yo te elevo a Sir del Reino Unido.

Ordeno dice la reina, “que a partir de este momento, donde yo vaya se presente la niña con su violín” Así será, orden de su majestad. El maestro había alcanzado su objetivo, ser de la realeza y tener un reconocimiento de la corona. Tiene sus beneficios en todos los aspectos, hasta recibe emolumentos económicos por ese título. La frustración que tenía y arrastraba este gran señor del violín, al fin fueron recompensadas. Él logró lo que quería, sin importar las consecuencias.

Sin embargo, la dignidad humana, el desarrollo de la personalidad de la niña ha sido vulnerada por la codicia del padre, por su ambición. Así como lo lee, cambia una situación de bienestar, sacrificando los intereses de su propia hija. Claro ella no tenía uso de razón cuando la incursiona en la música, sólo le fue despertada esa vocación. Y lo logró. Pero en lo más íntimo de su personalidad puede haber otros ideales cuando ella va tomando conciencia de las cosas. ¿Cierto que sí? Aquí surge la Teoría del Trampolín, que hablan los sicólogos, es decir hacer comparaciones entre los hijos o familiares, eso no es recomendable, y menos con referencia a su propio padre.

Ahora viene lo trágico de esta historia. Cuando crece la niña y se hace adolescente, una noche en el cuarto de un hotel, esperando hacer la presentación ante la reina y sus invitados, la jovencita encara al padre y le dice, ¿padre usted ha logrado lo que quería, ser Sir de Inglaterra? Así es hija, le contesta. Pero, replica, ¿usted no me ha preguntado si a mí me gusta la música? Uff, que momento más complicado con un hijo o hija. No hay respuestas saquen sus propias conclusiones. Los sicólogos recomiendan dejarlos que se desarrollen, pero siempre con nuestra orientación, sin tratar de imponer condiciones.

La niña prodigio del violín, podría ser en un futuro una de las adopciones que hagan las parejas del mismo sexo. Como ya fue aprobada esta adopción en Colombia, sería bueno que tomemos conciencia con lo que hemos hecho y no estemos formando otra clase de personas, de jóvenes, de sociedad sin valores ni sentimientos. Una nueva comunidad fundamentada en otros principios. Y peor aún, esos niños, niñas que se entregan en adopción no tiene conciencia de lo que hacen con ellos, ¿no será que más tarde reclamen otra vida? Resultará lo mismo que la niña violinista, es posible. Y la situación va a ser más traumática y complicada, explicar todo un proceso de paternidad. Observando que todos los niños y niñas tienen un padre y una madre. Y ellos tienen dos padres o dos madres. Estoy de acuerdo con la adopción o crianza de hijos que lleven la pareja a la unión, pero no que adopten niños o niñas que no son nada de la pareja. -Los derechos de los niños y niñas están por encima de cualquier formalismo, ley o jurisprudencia, la constitución así lo anuncia- No es nada moralista, es tratar de no violentar el libre desarrollo de su personalidad, dándole el derecho a elegir.


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