La heroica, sitiada otra vez


Sin embargo, haciéndole una mirada paisajista de sus calles y avenidas, la realidad es otra. La cantidad de huecos, lozas levantadas, construcciones públicas sin terminar, escombreras por doquier, rampas o tapas de redes de servicios públicos abiertas y, como para cerrar su estado desolador, las basuras siguen siendo un monumento a la incultura ciudadana y al deficiente servicio que prestan las empresas de aseo.

Para que se hagan una idea de la situación, me tomé el trabajo de contar las tapas o placas sin terminar o levantadas de redes domiciliares, obras públicas y jardines públicos. Me cansé de contabilizarlas, desde la entrada del barrio Ternera, por toda la Pedro de Heredia, hasta el centro y llegué a más 400 obras inconclusas. Estas estructuras partidas, destruidas o no acabadas afean el paisaje. Se podrán imaginar cuántas habrán en los barrios.

La gente ve todos los días el paisaje desdibujado y se va acostumbrando a la mediocridad y porquería en las calles y avenidas de su ciudad. Es como saber exactamente el lugar donde pide la parada. Y la imagen que tiene de lo que está en su entorno de llegada. De tanto ver las cosas igual todos los días, termina aceptándolas como buena y normal. Por eso es que afirman de Cartagena, como la ciudad INMOVIL.

La heroica, sitiada otra vez. Esta vez no por corsarios, sino, por tantos desajustes en su equipamiento urbano. No es digna de someterla a tanto adefesio. ¿Quiénes son los excelentes interventores de las obras? ¿Jamás se ha escuchado que una obra ha sido investigada? Lo que sí se sabe, es que los constructores entregan sus obras a feliz término, firma de acta final y pago inmediato de su última cuenta de cobro.

Ejemplos hay muchos, sólo TRANSCARIBE, resume todo el despilfarro de dinero y certificaciones de interventoría de : “recibido a satisfacción” Aguas de Cartagena es otra, interviene y deja los arreglos de tubería regadas en las calles, Electricaribe dice apártate, cuántos postes no están que se caen. La misma ciudadanía también tiene sus responsabilidades. Escombros por todas partes, zanjas, basureros satélites y construcciones sin el más mínimo control urbano.

Cartagena no se merece que la traten de esa manera. Es el sitio para mostrar en Colombia. Y el centro turístico más apetecido por el turismo nacional e internacional. No sólo por su historia, sol y playa, sino por su gente. La mayoría de sus pobladores somos gente buena, agradable, acogedora, divertida y creativa. No podemos dejar que una minoría ensombrezca su belleza, sus paisajes naturales y su cultura. Cartagena necesita que la defendamos de todos estos corsarios vestidos con la modernidad del siglo XXI.

La cultura ciudadana es una estrategia positiva en cualquier ámbito. No es suficiente, también falta el poder de la administración pública. Por eso, hay que realizar agresivas campañas que mentalicen al cartagenero de su ciudad. De todos los estratos sociales. Sí por que, se vive visibilizando de sus males al comportamiento de los estratos bajos, y eso no es cierto. Todos somos culpables del estado en que se encuentra.

Unos pecamos porque sabiendo las cosas, las dejamos pasar y otros sin conocerlas las aceptan como vienen. Aquí es donde radica el problema mayúsculo del comportamiento del cartagenero. Y eso que nada más estamos hablando de sus obras inconclusas y demás.

Pero, todos sabemos que hay servicios públicos que la hacen “invivible”. Sin ser tan escéptico, la gente vive mal. Sólo una muestra, subirse en un bus urbano, con este calor infernal y trancones, no es vida. Es vivir muriendo. El agua se va en cualquier momento, la luz ni se diga. Estar sin agua o dormir sin luz es una pesadilla para cualquier familia.

La tecnología y los medios de comunicación han contribuido a que la gente sepa más de las cosas y reclame cuando se siente afectada. La adquisición de bienes y servicios, en muchos casos, no cumplen con los estándares de calidad. Y cada día se dan cuenta, de los atropellos que cometen a diario con su propia gente que los traslada a una invisibilidad de las políticas públicas. Situación peligrosa que castigan, no votando en las elecciones o tomando la solución por sus propias manos.

El alcalde tiene la palabra. Rodearse de un buen equipo de trabajo es la primera señal de buen gobierno. Ejerza la autoridad y devuelva a la ciudad su gobernabilidad. Cartagena , su gente, el país y el mundo se lo agradecerán.


TAMBIEN TE PUEDE GUSTAR