Su nariz fileña, perfecta, sus ojos color miel y la sonrisa a flor de piel de Ramón Gómez Zuluaga, un paisa cincuentón que llegó a San Jacinto a principios de los 90, cautivó a muchas personas, al punto de que -se asegura- estableció una pirámide al mejor estilo de DMG en la que muchos incautos perdieron millones de pesos.
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La historia de "Toro Sentado", bribón empedernido
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