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Las molestias que se suman

El caos en las vías de Cartagena se ha vuelto demasiado cotidiano para que sorprenda, pero sigue causando molestia e indignación entre los conductores, y en algunos casos accidentes mortales.El problema es justamente ese, que las infracciones generalizadas, las maniobras peligrosas, la ocupación de las calles como parqueaderos privados y el irrespeto de unos a otros es un mal que parece haber sido aceptado resignadamente por los habitantes de la ciudad, y tolerado irresponsablemente por las autoridades de Tránsito.
Ya hemos hablado en innumerables ocasiones sobre la temeridad irracional de los conductores de buses de servicio urbano de pasajeros, que condicionan la velocidad a que estén atrasados o adelantados con respecto a la hora del control que sus empresas hacen de las rutas a su cargo. También hablamos de la manera como intentan pasar por encima de los demás y de los abusos que cometen con los propios pasajeros.
Igualmente, hemos hablado de los taxis llamados “zapaticos”, de los camperos colectivos y de las mototaxis, cuyo desprecio a las normas más básicas de Tránsito ya es un rasgo de su idiosincrasia.
Estos son los dos factores más grandes de perturbación del tráfico, y sin embargo, son los que reciben la más tenue acción punitiva de las autoridades respectivas. Es posible que los agentes de Tránsito, como la mayoría de los habitantes de la ciudad, se hayan resignado a semejante estado de cosas y consideren que resulta imposible corregir la anarquía. O se acostumbraron y les da igual.
Como si estos comportamientos perturbadores e ilegales no fueran suficiente, hay otros de apariencia menos traumática que aportan su cuota al desbarajuste.
¿Qué conductor que circula por las calles no se ha topado de frente con una bicicleta, una carreta de tracción animal o una bicitaxi, que avanzan en contravía, obligándolo a orillarse y a causar un taponamiento?
¿Cuántos peatones realizan a diario maniobras peligrosas, atravesando vías de alto tráfico por sitios distintos a las cebras y cuando el semáforo peatonal está en rojo?
También están quienes paran para realizar un cruce, sacando el vehículo hasta la mitad de la calle; quienes frenan abruptamente y viran a la derecha para recoger a un pasajero; quienes se detienen a comprar frutas o cualquier producto de vendedores informales en la mitad de una vía; o paran a conversar con otro conductor, con los autos en paralelo tapando la vía; y quienes manejan motos de noche sin luces.
El caos del tráfico y la movilidad precaria en Cartagena son provocados por todos los ciudadanos, conductores y peatones, y cada uno hace su pequeña contribución al desconcierto cotidiano en las calles, sumándose en una catástrofe de tráfico que no sólo causa estrés, tensión, rabia y agresividad, sino que pone el peligro la vida de todos.
Lo preocupante es que la solución no requiere grandes inversiones ni esfuerzos descomunales, sino, ante todo, el ejercicio indoblegable de la autoridad, acción que obtendría el respaldo ciudadano y cambiaría el comportamiento colectivo.

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