“Creo que habrá penuria. Creo que no habrá más carne ni pescado, por eso compro”, explica Takana Takegawa, cargando varias bolsas llenas de alimentos.
Esta mujer de 24 años sigue de cerca la evolución de la situación en la central de Fukushima, cuyo personal fue evacuado brevemente el miércoles como consecuencia de un nivel de radioactividad demasiado elevado.
“Al principio, pensé que no debíamos inquietarnos por la salud, pero ¿hasta cuándo? Me gustaría recibir informaciones más claras”, agregó la mujer, admitiendo sentirse “muy inquieta por lo que va a suceder en Japón en el futuro”.
El terremoto y el tsunami que devastaron el nordeste del país no afectaron directamente a Akita, una ciudad del interior más cercana a la costa oeste.
Sin embargo, la crisis que afecta a todo el archipiélago es muy visible en esta localidad de 325.000 habitantes.
En pocas horas, las estanterías del supermercado Itoku quedaron prácticamente vacías.
Madres acompañadas por sus hijos, pero también un número inhabitual de hombres, tratan desesperadamente de hacerse con los últimos trozos de filetes de shabu shabu (para hacer una especie de “fondue” japonesa), tofu (pasta de soja) o bolas de arroz onigiri.
Algunos clientes salen de las tiendas para volver a entrar inmediatamente después. Tras los alimentos, los pañales figuran en todas las listas de provisiones.
Hacia el mediodía, ya no quedaban en el supermercado botellas de agua ni fideos instantáneos. El personal de la tienda dio órdenes a los clientes de no comprar más de dos artículos idénticos y reprendió a los que trataron de incumplir la norma.
“Lo que he escuchado en los informativos no me ha tranquilizado”, declaró Imaijimi, un hombre de 65 años. “Estoy muy inquieto puesto que la radioactividad es muy peligrosa para la salud”.
Durante la jornada de este martes, en Tokio se registró un nivel de radioactividad de 0,809 microsievert por hora, cuando la normativa establece un nivel de 0,035 o 0,036. Sin embargo, un responsable municipal aseguró que estos niveles no afectan al cuerpo humano.
A corto plazo, sólo la radioactividad presente en la misma central nuclear y en sus alrededores, donde la población fue evacuada, presenta un riesgo para la salud.
No obstante, las colas de espera frente a las estaciones de servicio se multiplican en Akita.
Paneles informativos advierten de la escasez de gasolina, debido a que el mal estado de las carreteras tras el terremoto y el tsunami dificultan la distribución de carburante.
“Hasta ahora no hemos tenido dificultades de aprovisionamiento, pero no sabemos qué pasará en el futuro”, aseguró Ayaru, un hombre de 28 años.
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Ante el peligro nuclear, los habitantes de Akita se preparan para lo peor
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