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Cartagena vibró como un son habanero

GUSTAVO TATIS GUERRA

29 de junio de 2009 12:01 AM

Cartagena consolidó una nueva convocatoria cultural para 2010: el Festival Cultural Cartagena La Habana Son. La realización de este primer festival fortaleció una relación cultural interrumpida entre La Habana y Cartagena y propició una nueva oportunidad de disfrute musical e intelectual entre los dos países. El Teatro Adolfo Mejía estuvo colmado en los dos conciertos y la ciudadanía cartagenera disfrutó de una agenda compleja y sostenida, en la que además de conciertos magníficos y exigentes, hubo talleres de percusión, exhibición de videos y documentales sobre música, una maratón de conferencias en la que se privilegió el aporte de Benny Moré en el destino musical del Caribe, se clarificó sobre los lazos históricos y musicales entre Cuba y Colombia, las connotaciones folclóricas y religiosas de la percusión entre los dos países, entre otros. Mientras eso ocurría, en los bajos del Baluarte de San Francisco Javier y en varios escenarios barriales, se exhibía una estupenda muestra del cine del Caribe, dirigido al público infantil y juvenil. El realizador cubano Rigoberto López, quien está al frente de la II Muestra Itinerante de Cine del Caribe, dijo a El Universal que la gestión cultural cartagenera es formidable y señaló que es un aporte valioso y necesario para hacer visible las cinematografías del Caribe anglófono, hispano y francófono. Los acontecimientos sueltos y excepcionales enriquecen el conjunto de esfuerzos culturales con apertura nacional e internacional. Este año, uno de los mejores narradores de Colombia, nacido en Cartagena, Roberto Burgos Cantor, ganó con su novela “La Ceiba de la memoria”, el Premio Casa de las Américas, uno de los galardones significativos del continente. El I Festival Cultural La Habana Son cohesionó un público fervoroso de los matices de semejanza y encuentro con Cuba. El éxito de este festival se debe a la Fundación Cartagena La Habana Son y al apoyo decidido de la Alcaldía de Cartagena y del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena. La delegación cubana Ekobios embrujó a los cubanos y colombianos que colmaron el auditorio del Teatro Adolfo Mejía en la noche del sábado. La coreógrafa cubana María Caridad Machado exaltó el profesionalismo de la Ekobios como una escuela que ha trascendido los límites de Cartagena y es ya una Escuela Nacional Folclórica de la nación colombiana. El Conjunto de Arsenio Rodríguez conmovió al público por su ritmo, cadencia, humor, y por su entrañable aporte a la música del Caribe. Muchas de las canciones que interpretaron están en la memoria de los cartageneros. El cantante, pianista y trompetista cubano Roberto “Bobby” Carcasés deslumbró por su virtuosismo y por su magistralidad. Es un artista excepcional, cuya obra musical enriquece el panorama jazzístico de su país y América. Su desbordante imaginación y creatividad estremeció a los cartageneros. Cantó y leyó una composición musical consagrada a Cartagena. “Nos sentimos en casa”, ha expresado emocionado el maestro Bobby Carcasés, para quien la semejanza con La Habana es una señal profunda: “Nada nos separa: la música nos reconcilia y nos devuelve los pasos en el tiempo”. UNA HISTORIA TRENZADA La Habana y Cartagena de Indias, amanecen en el tiempo. Se llevan tan solo diecinueve años de diferencia, en sus fundaciones. Son dos Patrimonios Culturales de la Humanidad. En un lugar estratégico del océano está La Habana. Fundada en los pantanos de la costa del sur, en 1514, La Habana- La Llave del Nuevo Mundo, se erige en una esquina de tierra en la inmensidad. Así se ve en un mapa de 1740. Fue diseñada e inspirada, según el historiador Eusebio Leal, “en el clásico damero del campamento romano, pero más flexible en su trazado”. La sombra de una ceiba cuyas ramas parecían besar el cielo, sirvió de punto de referencia, padrón, primer monumento. “Y se celebró bajo aquel dosel de hojas la primera misa. A lo largo de los siglos, en ese sitio se acumuló, primero, un obelisco constelado de lápidas y alegorías, más tarde, un templete greco-romano que en el espacio mínimo de su jardín ha visto crecer una y otra vez retoños nuevos en memoria de aquel”. Y bajo sus ramas se celebró el Cabildo. En las aguas de Cartagena, Llave de las Indias Meridionales, fundada en 1533- antigua aldea de indios Caribes- los Mocanaes- sembradores y adoradores celestes. Cuatro años después de la fundación de Cartagena de Indias, en 1537, es asaltada La Habana por piratas y corsarios. Lo mismo Santiago de Cuba. Qué destino. El puerto cartagenero fue desde 1566 hasta los albores del Siglo XVIII, la escala de la Armada de Galeones. Allí se esperaban “los galeones que iban de España con la noticia del comercio del Perú a Panamá, para pasar a Portobelo a celebrar la feria y después volvían a ella para hacer las provisiones y emprender el viaje de regreso a La Habana”, según lo atestigua el historiador y militar Antonio de Alcedo, citado por Nicolás del Castillo Mathieu. Asediada Cartagena por piratas franceses e ingleses, al igual que La Habana. Para el pirata inglés era una de las principales ciudades de las Indias y muy rica. Sus vínculos con el puerto habanero, fluyeron desde el Siglo XVI en los mismos vientos del Caribe, lo que permitió un oleaje circulatorio, comercial y cultural, entre las dos ciudades. Ciertos giros lingüísticos viajaron a bordo de esas embarcaciones, bajo la influencia andaluza y el exotismo africano de La Habana y Cartagena. Las dos ciudades se miran en las mismas aguas y se reflejan en la misma sangre derramada, sobrecogidas y maravilladas, como dos hermanas perseguidas que se tienden las manos en el tiempo.

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