Colombia


Diez reglas para no convertirse en una suegra indeseable

COLPRENSA

17 de julio de 2011 03:23 PM

De esas no existen”. “Es como buscar una aguja en un pajar”. “¿Está escribiendo ahora para una página de ciencia ficción?”. “¿Quiere hacer un decálogo sobre suegras chéveres? Pues si acaso llegará al ‘pentálogo’”. “Si hay una suegra buena gente es porque las hijas son feas”. “La suegra es como la estrella... entre más lejos, más bella”.
Una vez conocían mi nueva ‘aventura’, las bromas, risas y hasta comentarios sangrones no se hacían esperar. Al principio, parecía una misión imposible hallar mujeres antítesis de doña Tremebunda, la arribista y chocante suegra de ‘Condorito’, la mamá de la escultural Yayita: criticona, metiche, posesiva, autoritaria, regañona; una mujer para quien su yerno sólo es un insulso “pajarraco mequetrefe”.
Aunque la verdad sea dicha abundan las ‘Tremebundas’ en Colombia, lo cierto es también que no resulta en vano la búsqueda de suegras ‘buena gente’, aquellas que se convierten en aliadas de sus nueras y yernos por sus grandes cualidades, entre ellas el respeto por la diferencia y la prudencia a toda prueba.
De acuerdo con psicólogos consultados y afortunadas que dicen contar con unas suegras amorosas, además de algunas de esas madres políticas, El País armó el ‘Decálogo de la suegra chévere’.
Un resumen de principios y actitudes que toda suegra debe tener en cuenta para que sus yernos, y sobre todo sus nueras, las lleguen a calificar como la suegra ideal.
Respeta la diferencia
Aunque parezca mentira, ísí existe! Es la suegra que a pesar de no compartir la forma como su yerno o nuera piensan, no los critica. Acepta las diferencias.
Sabe que su nuera no tiene por qué ser una fotocopia de ella. No es de las que piensa que cuanto menos se parezca a ella menos ideal será como nuera.
No se aparece de repente con el cuadro o el florero rococó para que su hija adoptiva diseñe el hogar tal como ella tiene decorada su propia residencia, con el fin de que su ‘bebé’ no extrañe la casa materna.
No se jacta de proclamar a los cuatro vientos: “mija, es que yo tuve cinco”, para pasar entonces a impartir las respectivas directrices de cómo fue que ella amamantó, bañó, alimentó y hasta abrigó a sus hijos. No, ella permite que el otro u otra viva sus propias experiencias.
Es abierta la amistad
Como la llama un cibernauta con su nombre científico es la ‘suegronis simpaticcus’.
Está abierta al acercamiento, a la comunicación agradable, tiene actitud amistosa y no anda con cara de trueno todo el día, imponiendo barreras para que el hijo adoptivo no se acerque.
Es, como dice Daniel Escobar, de 26 años, describiendo a su propia suegra: “flexible, afectuosa, compinche, se integra a uno y a nuestros amigos, no le incomodan las bromas que hacemos entre los jóvenes; lo alcahuetea a uno, en el buen sentido de la palabra”.
No rivaliza
La suegra chévere no es celosa, posesiva ni egoísta. No ha mantenido una relación edípica con su hijo, de tal manera que cuando él escoge una mujer respeta su decisión.
Así lo comprende Ana Celia Corrales, quien tiene siete nueras y dos yernos. “Si ellos se quieren y se aceptan como son, hay que dejarlos. Después de ojo sacado no hay Santa Lucía que valga”, comenta riendo esta ama de casa calificada por sus nueras como una suegra cheverísima.
Por temor a perder el amor, las atenciones de sus hijos y por miedo a la soledad, consciente o inconscientemente, muchas suegras rivalizan de forma abierta o velada con sus nueras.
Es así como se desviven por cumplir funciones que ya no le competen: corren a ponerle el juguito, el café, la comidita caliente a su hijo, mientras deja a la nuera cruzada de brazos y viendo un ‘chispero’. Para después demostrar que “esa nuera mía siempre ha sido tan desatenta”.
Debe comprender, aunque vivan en la casa de ella, que en ese nuevo hogar de su hijo el papel protagónico lo tiene su nuera y no ella.
No le recuerda a cada momento a su nuera cómo es que le gustan las cosas a su hijo. Los deja actuar solos, para que construyan su nueva familia.
Muestra solidaridad
La ejecutiva Victoria Fernández resalta de su suegra su espíritu servicial: “Siempre está presta a ayudarnos en lo que sea. Cuando necesito que me cuide a mis hijos de 8 y 5 años, lo hace encantada. Y lo hace bien. Incluso al de 8 años, que no es de su hijo, me lo quiere como si fuera un nieto”.
Pero como dicen los especialistas, no hay que abusar. Pues cuantos más deberes les entreguemos a las suegras, con más derecho se sentirán de intervenir en la relación marital o familiar.
No obstante, la suegra buena gente brinda ayuda sin convertir esto en excusa para la manipulación.
Dialoga con sinceridad
Las suegras ‘buena papa’ no son de doble faz, no son ‘suegronis falsitis’. Cuando algo no les gusta prefieren asumir un diálogo directo y sincero con su hijo, o con su yerno o nuera, en el momento más propicio.
De esta manera lo hace Marina Cuevas de Marín. “En el momento de hacer una observación, de decir algo con lo que no estoy de acuerdo, lo digo con la verdad y de frente, pero de muy buena manera, sin groserías, así no quedo brava ni de pelea con las nueras”.
Otra táctica emplea Elsa Martínez. “No me gusta meterme en el momento. Si encuentro algo que no me gusta se lo hago saber a mis hijos, no entro en discusiones con mis nueras o mi yerno. Es al hijo a quien llamo y le comento lo que está pasando y le pregunto: ¿A ti te parece que eso está bien? Tú decides”.
Es objetiva
La verdad sea dicha: a ninguna madre le gusta que otro hable mal de su hijo, porque como dice el adagio popular, ‘hijo es hijo con razón o sin ella’. Pero una ‘suegra 10’ reconoce las fallas de su hijo y no siempre responsabiliza a la pareja de éste con frases como ‘es que usted se lo buscó’, ‘es que usted no lo comprende’, ‘usted tiene que poner de su parte’.
Así es la suegra de la comunicadora social María Fernanda Santander. “Graciela (Blum) es como una amiga, constantemente me apoya, por eso acudo a ella como consejera, pero no toma partido. Ella siempre ha tratado de que toda la familia esté unida”.
La suegra chévere, inteligente, culta y madura siempre tiene muy presente que los problemas de pareja los resuelve la pareja, aclaran los especialistas.
Cuando la o el cónyuge de su hijo-a insiste en contarle los pormenores de una situación conflictiva y le recita los mil defectos que le ve a la pareja: irresponsable, fresco, tacaño, infiel, etc. ella, con suma amabilidad, evade este tipo de diálogos o los frena, para no manejar deslealtades con su propio hijo.
No es disociativa
Una suegra buena gente se convierte en una madrina del matrimonio de su hijo. Y lo ayuda a crecer. No lo desbarata.
Para eso no siembra cizañas entre su hijo y la nuera; ni habla mal de ellos delante de sus nietos. Tampoco entre sus mismas nueras y yernos.
No tiene lengua ‘triperina’ que acabe con el más feliz de los matrimonios.
Todas sus intervenciones las hace de manera constructiva y no disociativa. Participa, cuando es sumamente necesario, hablando a solas con su propio hijo o hija, pero para hablar con el yerno y la nuera espera a que éstos le pidan su opinión.
Prudente
No hay una cualidad que más anhelen y valoren las hijas e hijos políticos que la prudencia de las suegras.
Una suegra prudente es la que no hace comentarios infortunados sobre la vida en pareja de sus hijos, como por ejemplo que la nuera no cocina igual a ella; que sale mucho o se levanta tarde. No juzga negativamente la forma de manejar la casa y la educación de sus nietos.
Es consciente, como lo es Elsa Martínez, de que cada quien tiene sus costumbres y cada pareja va formando unas nuevas. No es que cada uno quiera imponer lo que hacía antes en su casa de origen, porque no van para ningún lado. “Cada quién forja, a través del tiempo, sus propias costumbres con su pareja”.
Conserva sus propios espacios
Una ‘suegra 10’ apoya y orienta con el respeto de los límites, para no caer en el intervencionismo ni llegar a ser considerada una mujer entrometida o metiche, de esas que no quieren salir de la casa de su hijo o hija. O que, por el contrario, les exige que cada fin de semana lo pasen en casa de ella.
Comprende que sus hijos son de otra generación y tienen otras expectativas, otros puntos de vista, y que ellos se divierten en actividades en las que no necesariamente la deben incluir.
No es de las que quiere que su hijo cargue con ella para todos lados, porque si lo hace, seguramente puede aburrirse o sentirse estresada porque los niños gritan, brincan o corren mucho.
Ella sabe que cuenta con sus propios espacios de recreación al lado de su esposo, su familia y amistades. Entiende que si su hijo y esposa van a una discoteca, ella puede irse... para la viejoteca.
Ana Celia Corrales, la suegra de dos yernos y siete nueras, aunque tiene una relación estrecha con sus hijos naturales y políticos, que la visitan casi a diario porque viven cerca, no desaprovecha oportunidad para darse sus escapaditas con sus compañeros del grupo de la tercera edad “para pasear a fincas y otros lugares que sean amañadores”. Así, se siente renovada.
Es un ‘peligro’ una suegra sin nada que hacer porque quiere ocupar el tiempo programando los hogares de los demás.
No desautoriza
La buena suegra no desautoriza la disciplina de los papás. Ejerce la disciplina sobre sus nietos otorgando el lugar que le coresponde a la autoridad de los padres.
Si tiene observaciones que hacerle a su hijo o nuera, no lo hace delante de sus nietos. Para eso llega a acuerdos con los padres y tiene claridad sobre las normas de crianza.
Si los papás le piden que no le dé gaseosa al niño mientras está con él, no lo hace. A veces, por querer ganarse el cariño del nieto, muchas suegras los dejan hacer lo que les plazca y en ese tipo de situaciones todos pierden: padres, niño y abuela porque ceden en autoridad y equilibrio familiar.
Tampoco permite que los padres del niño la reprochen o le llamen la atención delante de su nieto, porque así pierde estatus como abuela.
Fuentes: Psicólogos Vilma Stella Rengifo, Liliana Hurtado, Carlos Alberto Segura y Fanny Carmona.
Para los hijos
Una mujer se puede convertir en una ‘suegra 10’ si el yerno o la nuera comprende que él o ella es quien está llegando a compartir con una familia nueva, de diferentes costumbres y tradiciones que, aunque no comparta, son parte de la dinámica familiar de su pareja y debe tratar de adaptarse a ellas en vez de imponer las suyas propias.
Acepte los consejos de su suegra sin pensar siempre que ella quiere entrometerse. Tenga en cuenta su experiencia y que como dice el proverbio popular: ‘Más sabe el diablo por viejo que por diablo’. Y una suegra chévere enseña lo que la vida le ha enseñado a ella de forma desinteresada.

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