Acusada de inoperancia por los insurgentes, la OTAN prometió el miércoles proteger a los habitantes de Misrata, ciudad del oeste de Libia bombardeada por las fuerzas de Muamar el Gadafi, al día siguiente de una apertura del régimen en favor de un diálogo.
La OTAN “hará todo para proteger a los civiles de Misrata”, asediada desde hace más de 40 días por los pro Gadafi, declaró a la AFP la portavoz adjunta de la OTAN, Carmen Romero.
El jefe militar de los rebeldes, el general Abdel Fattah Yunes, había acusado el martes a la OTAN de “dejar morir a los habitantes de Misrata”.
“Si la OTAN espera una semana más, será el final de Misrata”, dijo. Según este antiguo ministro del Interior, que se pasó a la rebelión en febrero, los habitantes de Misrata están amenazados “de extermino”.
“El agua está cortada, no hay electricidad ni alimentos, tampoco hay leche para los niños desde hace 40 días, y mientras las fuerzas de Gadafi bombardean cada día casas, mezquitas y hospitales con artillería pesada”, añadió.
El ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, dijo este miércoles por la mañana que la situación no podía seguir así.
“Misrata es, efectivamente, nuestra prioridad número uno”, aseguró Romero. “El lunes efectuamos bombardeos alrededor de la ciudad, atacando equipos del ejército de Gadafi”, destacó la portavoz.
La OTAN efectuó el lunes 14 bombardeos en la zona, incluyendo contra las defensas antiaéreas y los tanques de las fuerzas de Gadafi.
“Las operaciones siguen al mismo ritmo”, y “la precisión de nuestros ataques no ha cambiado”, agregó.
El ministro francés de Defensa, Gerard Longuet, dijo por su lado que los rebeldes libios podrán abastecer por mar la ciudad de Misrata, y prometió que la coalición trabajará para que “en ningún momento los medios militares de Gadafi puedan impedirlo”.
En el otro extremo del país, seguían los bombardeos este miércoles cerca de la terminal petrolera de Brega (800 km al este de Trípoli), a unos 40 km de Ajdabiya, según los rebeldes. Los periodistas y los civiles no podían ir a la zona.
Por el momento “no hay combates, sólo bombardeos de un lado y de otro”, declaró Sherif Mohamad, un ex soldado que se ha unido a la rebelión, en un retén montado en la ciudad. “Detenemos a los jóvenes que vienen con armas. ¿Qué van a hacer contra los disparos de obuses?”.
El martes, en el frente de Brega, los insurgentes retrocedieron unos 30 km hacia el este, ante la acometida del ejército lealista, según comprobó un periodista de la AFP.
Del lado político, el régimen libio, desafiado desde el 15 de febrero por una revuelta popular que se ha transformado en guerra civil, dijo que está dispuesto al diálogo si la rebelión depone las armas.
“Ellos (los rebeldes) tienen que deponer las armas. Luego podrán participar en el proceso político”, declaró el viceministro de Relaciones Exteriores, Jaled Kaim, el martes por la noche.
El viceministro consideró que el Consejo Nacional de Transición (CNT), formado por la rebelión, “no representa la base popular en Libia”, y explicó que “habría garantías en todo proceso político mediante observadores de la Unión Africana (UA) y de la ONU capaces de disipar cualquier duda”.
El portavoz del Gobierno libio, Musa Ibrahim, afirmó la noche del lunes que el régimen estaba dispuesto a negociar unas elecciones o un referéndum sobre todo, pero descartó una salida del coronel Gadafi.
En el frente económico, un petrolero ancló en Tobruk, en el este del país, desde donde se prevé que transporte este miércoles la primera carga de petróleo hecha por la rebelión desde el cese total de las exportaciones del país. Los rebeldes esperan financiarse gracias al petróleo.
Según el ministro turco de Asuntos Europeos, Egemen Bagis, la prioridad debe ser un alto el fuego y la creación de pasillos humanitarios, antes de hablar de cambios políticos.
El papa Benedicto XVI, mientras, hizo un llamamiento a “todas las partes implicadas” para que se comprometan con “la pacificación y el diálogo” y pidió que “no se derrame más sangre”.
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