Las potencias occidentales examinaban el miércoles entregar a la OTAN el mando militar de la ofensiva contra el régimen libio, tras encargarle que controle el embargo de armas, mientras Francia convocó una reunión el próximo martes en Londres para coordinar la operación.
Reunidos en el cuartel general de Bruselas, los países miembros de la Alianza Atlántica buscaban concretar sus planes para Libia y decidir sobre una eventual participación en la zona de exclusión aérea a cargo por ahora de una coalición dirigida por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.
Los aliados llevan días divididos sobre el peso que la Alianza debe asumir en las operaciones contra las fuerzas del líder Muamar Gadafi que se iniciaron el pasado sábado, tras la luz verde del Consejo de Seguridad de la ONU.
En París, el ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, anunció haber convocado junto a su par británico una reunión para el próximo martes en Londres entre los países participantes en la coalición, además de la Unión Africana y la Liga Árabe.
Se trata de dejar claro que “la dirección política de la operación no recae en la OTAN, sino en este grupo de contacto”, afirmó Juppé, cuyo país quiere limitar al máximo el papel de la Alianza para evitar provocar el rechazo del mundo árabe, receloso de ella especialmente por su guerra en Afganistán.
“Concebimos esta operación como una operación de las Naciones Unidas bajo mando de las Naciones Unidas”, insistió Juppé, precisando que la coalición requiere empero de un “brazo secular que será la OTAN y la Unión Europea”.
“La OTAN por lo que respecta a la planificación y el mando operacional y la UE, para las acciones humanitarias”, precisó.
Pero la decisión sobre si la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) asumirá el mando militar o un rol de coordinador de la intervención en Libia todavía debe ser tomada por las 28 naciones aliadas.
Algunos países miembros, como Italia, Bélgica, Canadá, Dinamarca y Noruega, que se movilizaron para apoyar a la coalición, reclaman que la Alianza tome el relevo de Estados Unidos y se ponga al frente de las operaciones.
Washington, decidido a no dejarse empujar a una nueva guerra en tierra árabe y partidario de que la OTAN desempeñe un “papel clave”, afirmó que pronto dejará el mando para transferirlo a otra estructura militar, sin precisar cuál.
Hasta ahora, la OTAN aceptó encargarse del control del embargo de armas decretado por la ONU contra el régimen de Gadafi, que se realizará desde el mar Mediterráneo, frente a las costas libias.
Un total de seis países pusieron a disposición 16 buques: un navío bajo mando italiano, diez fragatas (cuatro turcas, una de Canadá, otra de España, Gran Bretaña, Grecia, Italia y Estados Unidos), tres submarinos (España, Italia, Turquía) y dos barcos auxiliares (Italia y Turquía).
Turquía, país miembro de la OTAN, decidió aportar su apoyo al embargo de armas, tras dejar claro que en ningún caso participará en una acción ofensiva contra Libia.
Alemania en cambio descartó involucrarse incluso en esa operación y retiró a sus navíos de guerra del Mediterráneo, donde los Estados participantes interceptarán a todo buque sospechoso de transportar armas o mercenarios hacia Libia.
“La OTAN es Occidente, es la encarnación institucional de Occidente. No hay nada más occidental que la OTAN”, estimó François Heisbourg, experto en cuestiones estratégicas, para explicar por qué hay países tan opuestos a que los aliados asuman el control de la intervención en un país árabe.
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La OTAN se prepara para asumir un mayor papel en Libia
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