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Régimen libio se siente seguro de su control en el oeste del país

AFP

04 de marzo de 2011 07:34 AM

Sobre la ruta que va por la costa desde Trípoli a la frontera con Túnez, a 180 km de distancia, los puestos de control de los militares, policías y milicianos se suceden, a menudo reforzados con tanques, vehículos blindados y ametralladoras pesadas. 
Mientras en la parte oriental de Libia la revuelta se extiende y hay ciudades que escapan completamente al control del coronel Gaddafi, un convoy de periodistas organizado por el gobierno pasó sin problema por las ciudades del oeste, donde la semana pasada se registraron graves disturbios. 
En algunas localidades, como Surman o Zuara, las calles muestran las huellas de la violencia: una oficina administrativa y una comisaría con los cristales rotos, más lejos otro inmueble oficial incendiado, y por todas partes las pintadas contra Gaddafi aparecen bajo una capa de pintura blanca aplicada precipitadamente. 
Hace diez días, testigos egipcios habían indicado que Zuara había escapado al control de las autoridades. 
Los representantes del Comité libio para los medios extranjeros insisten en que reina la calma y restan importancia a los acontecimientos pasados. 
“Como pueden ver, todo va bien, no hay ningún problema y la gente vive bien aquí”, explica Aisha Jalud, en los suburbios de Zauiya, a unos 60 km de Trípoli. 
Otro acompañante se muestra más indiscreto: aquí, de hecho, el centro de la ciudad sigue escapando al control de las autoridades, como lo muestra una calle cerrada al paso mediante troncos de árboles. 
Pero es imposible saber más, el convoy se detendrá sólo al final delante de una gran refinería local, pulmón económico de la región, como es la industria petrolera para toda Libia. 
Nasser Sharif, jefe del consejo de administración del complejo, asegura que la planta funciona a un “80 a 90% de su capacidad” total de 120.000 barriles diarios. Sin embargo, la chimeneas no lanzan ni humo ni llamas. 
El propio Gaddafi lo reconoció el miércoles: la producción petrolera está en “su nivel más bajo”, debido a la revuelta que divide al país desde hace dos semanas. 
En la frontera con Túnez, en el puesto fronterizo de Ras Jedir, los trabajadores emigrados no creen en este regreso a la normalidad que trata de mostrar el régimen libio, y siguen huyendo masivamente del país. 
Como muestra de que el gobierno libio no parece tan seguro de su control de la situación, el jueves en la noche, en vísperas de la gran oración del viernes, unos de los momentos fundamentales para movilizar a las multitudes, internet fue suspendido en Trípoli.

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