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“Ésta es la oportunidad de sacar adelante el TLC”: embajador McKinley

GERMÁN MENDOZA DIAGO

27 de febrero de 2011 11:47 AM


McKinley visitó el viernes pasado las instalaciones El Universal, como había prometido en la primera entrevista que le hizo este periódico, a los pocos días de asumir el cargo.
Sencillo, poco amigo de los protocolos y de las distancias, el Embajador quedó admirado con la sede del periódico, y mucho más cuando se asomó a la terraza desde la que se ve el Castillo de San Felipe.
Venía de un almuerzo con su paisano, el actor Willem Dafoe, y con los directivos del Festival de Cine de Cartagena y comentó entusiasmado, dejando ver su gran amor por el cine, que había conocido en el Club de Pesca a un hombre que actuó en la película “Érase una vez en el Oeste”, dirigida por Sergio Leone.
—Es un hombre gigantesco que se llama Salvo –dijo con alegría.
Salvo Basile, el presidente de la Junta Directiva del Festival de Cine, hizo el papel de un indio Cheyenne en esta cinta filmada en 1968 y protagonizada por Henry Fonda, Charles Bronson y Claudia Cardinale.
Con la misma descomplicación, comenzamos a hablar sobre el tema de las relaciones entre Colombia y Estados Unidos que más nos trasnocha: el TLC.
El embajador McKinley recordó que el propio presidente Barack Obama ha dicho varias veces que pretende sacar adelante el TLC con Colombia.
También dijo que el presidente del Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos, Max Baucus, a quien precisamente iba a recoger al aeropuerto por la noche, había declarado en Washington y el viernes en Bogotá, que le daba todo su apoyo al acuerdo comercial y que estaba comprometido con su aprobación este año.
—Es la primera vez en tres años que hay tan buenas perspectivas para sacar adelante el TLC –aseguró el Embajador.
También cree que muchos de los obstáculos que se han presentado y que tienen que ver con asuntos como el respeto a los derechos humanos, los derechos laborales y la protección de los sindicalistas amenazados, han mejorado en los últimos años.
—Colombia ha estado cambiando a ritmo acelerado en estos temas y hay mejoras sustanciales que mi Gobierno ha observado claramente –dijo McKinley.
Se mostró enteramente de acuerdo con lo que el senador Baucus dijo en Bogotá, en el sentido de que el acuerdo comercial es ampliamente beneficioso para ambos países y, que como el senador demócrata de Montana, también piensa que su país “está perdiendo una gran oportunidad de crecer”.
El Embajador conoce y quiere mucho a Colombia, él nació en Venezuela y se crió en Brasil y México, de manera que entiende mucho la idiosincrasia latinoamericana. Por eso dice sin dudarlo que el beneficio será para ambos, que los colombianos podremos obtener provecho enorme del TLC.
Igualmente, opina que el presidente Santos ha logrado dejar sin piso los argumentos relacionados con los derechos humanos que han esgrimido para dilatar la aprobación del TLC.
—La política de compensación de víctimas, la recuperación del sector agrario y restitución de tierras, el fortalecimiento de la justicia y el respeto a los derechos humanos, son logros perceptibles –dijo Michael McKinley.
Tan seguro está de la importancia que el Gobierno del presidente Obama le da a Colombia como aliado y como socio comercial, que asegura que ese interés en nuestro país, y en América Latina, no cambiará ni siquiera con los acontecimientos mundiales de las últimas semanas en la zona del Magreb (norte de África) y Oriente Medio.
—Mire, Estados Unidos nunca ha dejado de mirar a Latinoamérica, ni siquiera con hechos tan graves que exigían toda nuestra atención, como los del 11 de septiembre o la guerra en Irak y Afganistán –afirma el Embajador.
La semana pasada, en otra oleada de cables divulgados por WikiLeaks, McKinley estuvo en el primer plano de las noticias, pues algunos de los cables publicados fueron enviados por él al Departamento de Estado cuando era embajador en Perú, de manera que era obligatorio conocer su opinión.
Por supuesto, sus funciones diplomáticas le impiden referirse puntualmente a cualquiera de los temas revelados por los cables, y así nos lo dijo francamente.
Pero también cree que estas revelaciones le han causado un daño profundo al principio de la confidencialidad, un elemento fundamental en las relaciones entre países, pues en él se basa la confianza.
—Pero eso no significa que se haya socavado la actividad diplomática ni que las relaciones internacionales hayan sufrido un daño irrecuperable –opinó el Embajador.
—El mundo está lleno de problemas, de guerras, de conflictos y hay que seguir trabajando sin descanso –añadió.
Cayendo la tarde, el embajador McKinley recorrió la sede del periódico, saludó a los periodistas de las redacciones de El Universal, Q’hubo y El Teso como si fueran viejos amigos, con amabilidad y una sonrisa auténtica.
Parecía querer seguir hablando de otras cosas no tan oficiales o tan serias como la política internacional de Estados Unidos o el comercio bilateral, pero debía descansar antes de salir a recibir al senador Baucus.
—Lástima que no tenga tiempo de ver ni una película del Festival de Cartagena, qué privilegio tienen ustedes de ver esta muestra de cine tan completa –dijo antes de despedirse, con la promesa de otro encuentro para “charlar sin límites”.

 

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