Los rumores de que habría una matanza habían llegado días antes. Unos huyeron. Algunos no creyeron que la barbarie humana llegaría tan lejos. Otros fueron asesinados cuando intentaron protegerse en las montañas. Los paramilitares entraron a El Salado, lo rodearon y en el camino habían dejado hilos de sangre de padres, hermanos, hijos, amigos. Los mismos hilos de sangre que traían en sus botas y que luego se confundieron con la de saladeños aterrados.
Estaba prohibido gritar, llorar y tocar a los muertos. Las Autodefensas Unidas de Colombia asesinaron a 60 personas en El Salado durante tres días en los que se tomaron el pueblo por completo, acusándolos de ser colaboradores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Lo primero que hicieron fue llevarlos a la plaza principal. Allí dividieron a las mujeres y niños pequeños de los hombres. Algunas mujeres fueron violadas y asesinadas. Los hombres fueron torturados y baleados. Todo se hizo frente a la mirada impotente del pueblo que tuvo que dejar a algunos de sus muertos a la intemperie por los tres días de la ocupación, los cuales tuvieron que ser enterrados en fosas comunes por su estado de descomposición.
Según el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, la planeación, toma del territorio y desocupación del mismo ocurrió del 16 al 21 de febrero del año 2000.
15 años después
Solo 15 años después, nueve de los 12 cuerpos que fueron enterrados en una fosa común cercana a la plaza principal del pueblo, pudieron ser dignificados. A través de una ceremonia de entrega en la iglesia de El Salado, la Fiscalía General de la Nación entregó los cuerpos debidamente identificados a sus familiares, para que posteriormente los sepultaran.
“ Para nosotros es una satisfacción darle un entierro digno a esos seres que habían quedado totalmente relegados. Si no se hacía esto de igual manera siempre iba a seguir incertidumbre de saber quiénes estaban en esa fosa común. Es una satisfacción que sentimos hoy la familia y la comunidad después de tantos años”, expresó Rafael Urrueta, hermano de Ever Urrueta, una de las víctimas de la masacre que fue enterrado en fosa común, y quien de manera imponente vio como asesinaban a su hermano y luego tuvo que cuidar su cuerpo para evitar que los animales se lo comieran.
La Fiscalía pidió disculpa pública por la forma como actuó el Estado frente a la situación de las víctimas. Sin embargo, no se hizo la entrega de la totalidad de los cuerpos porque algunos no están completos y se investiga qué pasó con ellos.
“ Esto es muy importante porque hace parte de una deuda que teníamos como Estado. Ese lugar fue inhumado por la Fiscalía ese mismo año, pero las condiciones de seguridad, no permitieron volver a llevarlos a un lugar distinto en su momento, pasaron trece años sin que como Estado hubiésemos cumplido con esta obligación que sabíamos que en algún momento teníamos que cumplir. Hay cuerpos que se encontraron, pero están incompletos, entonces lo que hemos acordado ha sido desarrollar una mesa técnica con expertos forenses que sobre evidencia científica nos digan cuáles son las hipótesis de lo que pudo haber ocurrido. Esas tres familias están esperando el resultado de esa mesa de expertos y sobre esos resultados proceder a recibir los cuerpos. Hay evidencia que esos cuerpos fueron enterrados de manera completa, hay que averiguar qué fue lo qué pasó con ellos”, afirmó Andrés Suárez, asesor de la dirección general del Centro Nacional de Memoria Histórica.
Es un orgullo para nosotros poder tener el cuerpo de mi tío, porque la verdad nosotros no esperábamos volver a verlo ni saber que iba a pasar con él. Teníamos esa inconformidad. Duraron 13 años ahí enterrados. Hoy dijimos lo volvemos a ver para darle cristiana sepultura. Par mi es un orgullo porque quedamos más tranquilos porque ya sabemos que es él. Cuando lo mataron, tenía 66 años, salió huyendo y por eso lo mataron. Pienso que si el se queda en su casa no lo matan porque ya era un señor de edad. Pero esa es la vida, el destino. Ahora tendremos un lugar donde llevarle flores”, expresó Milton Segundo Fernández Mercado, sobrino de Víctor Segundo Arias Julio, una de las víctimas reconocidas y entregadas a sus familiares.
Las víctimas entregadas
Entre los cuerpos de las víctimas entregadas a sus familiares están Ever Urreta Castaño, Jairo Alfonso Galviz Garrido, Justiniano Pedrozo Therán, Luis Pablo Redondo Torres, Rosmira Torres Gamarra y Víctor Segundo Arias Julio.
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