Bahía Solano y Nuquí, un paraíso tropical

Hoy es posible viajar al paraíso para disfrutar de la naturaleza virgen y las playas limpias. Ese lugar se llama Bahía Solano y Nuquí, dos municipios de Chocó que cada año se preparan, entre julio y octubre, para recibir a las ballenas jorobadas que llegan para aparearse en las aguas tibias del Pacífico.
A las ballenas se suman otras especies migratorias como las tortugas y aves que llegan para crear un verdadero espectáculo. Un plan ideal para aquellos que prefieren el turismo ecológico, además porque entre Bahía Solano y Nuquí se encuentra el Parque Nacional Utría, un tesoro de selva húmeda, manglares y arrecifes coralinos.
Para impulsar el turismo ecológico en esta zona y de paso la economía de la región, en el 2006 se creó la Corporación Mano Cambiada que conecta a los viajeros con las actividades y servicios que prestan los nativos de esta región chocoana.
La gerente de Mano Cambiada, Angélica Valencia, explica que el objetivo de la corporación es  articular las actividades del parque Utría con lo que hacen los habitantes, en materia de transporte, gastronomía, guías y artesanías para armar planes turísticos atractivos para el visitante.
La idea es que los turistas hagan el recorrido completo por toda esta región del Pacífico. El primer destino es Bahía Solano, luego se pasa por el corregimiento del Valle para atravesar la selva y llegar hasta el parque Utría. El último destino es Nuquí, desde donde se regresa por avión hasta el lugar de origen del viajero.
Los planes incluyen todo: los tiquetes de avión, seguro de accidentes, hospedaje, alimentación completa (desayuno, almuerzo y sena), transporte marítimo, actividades turísticas, avistamiento de ballenas, guías especializadas entre otras actividades culturales como pesca artesanal para conocer más sobre los habitantes de la región.
Un valor agregado de los planes es que los visitantes pueden quedarse en cabañas dentro del parque Utría, para mantener contacto con la naturaleza todo el tiempo, mientras se disfruta la vista al mar.
El plan para una persona durante ocho días, siete noches cuesta alrededor de $1.800.000, un valor razonable teniendo en cuenta que la capacidad de turistas es baja, una estrategia que se mantiene para conservar la belleza del lugar.
Para Angélica lo importante de este tipo de turismo ecológico y comunitario es que las ganancias de lo que dejan los turistas se utilizan para capacitar a los habitantes en el mejoramiento de sus servicios, para que cada día se posicione la zona como un lugar amable y encantador para los visitantes.
CONOCER CON EL PALADAR
Uno de los baluartes del Chocó es la gastronomía por los productos que allí se cultivan, por los peces que viven en las aguas de sus ríos y por las recetas tradicionales de la cultura afrocolombiana.
La albacora, el bravo y el pargo son algunos de los pescados que hacen parte del menú, los cuales son capturados diariamente por los pescadores de la zona. Para darle sabor a los platos se incluyen hierbas como la albahaca, el cilantro, el cimarrón y el poleo que son sembrados en las azoteas y canoas que ya no se usan y que se utilizan para el cultivo.
En el Chocó se encuentran frutas exóticas como  el bacao, la piña blanca, el pacó, el almirajó y el árbol de pan, con los cuales se preparan postres y bebidas exóticas que buscarán deleitar nuevos paladares.