El ritmo de deforestación de la Mata Atlántica, la selva que cubría buena parte del territorio y la costa de Brasil y hoy la más devastada del país, cayó 55% entre 2008 y 2010, revela un estudio divulgado este viernes.
“Esta reducción puede explicarse por las leyes más rigurosas (de protección al medio ambiente) y un mejor control”, dijo a la prensa Marcia Hirota, una de las responsables de la fundación SOS Mata Atlántica que realizó el estudio con el oficial Instituto de Investigaciones Espaciales (INPE).
Entre 2008 y 2010, la Mata Atlántica brasileña perdió 32.000 hectáreas. En 2000 la destrucción alcanzaba un ritmo anual de 34.000 hectáreas.
“A este ritmo”, el que se considera el segundo bosque tropical más devastado del mundo atrás de la de Madagascar y el más rico del planeta en biodiversidad, “habrá desaparecido hasta 2050”, estimaron los investigadores del INPE en un estudio anterior. Un solo estado, el de Minas Gerais (Sureste) es responsable de cerca del 40% de la deforestación. Los árboles son abatidos para producir carbón que alimenta a las siderúrgicas.
El ministerio de Medio Ambiente difundió un comunicado el viernes alertando de que el nuevo código forestal, la ley de bosques aprobada el martes en la Cámara de Diputados, y que flexibiliza la protección de los bosques ante el avance de la agropecuaria, “puede acelerar” la devastación de la Mata Atlántica, que asegura la provisión de agua de cerca de 123 millones de habitantes de Brasil, un país con una población de 191 millones.
Esta selva atlántica cubría 15% del territorio de Brasil, un país con 8,5 millones de km2, aunque ha perdido hoy 93% de su espacio original. Ahora ocupa unos 28.600 km2, muy fragmentada y la mayoría en reservas forestales que tienen un papel determinante para frenar el calentamiento global del planeta, según la ONG Nature Conservancy.
En su gran bosque en pie, la Amazonía, Brasil consiguió una sensible reducción del devastador ritmo de deforestación en los últimos años, pero este aumentó en meses recientes, lo que los ambientalistas atribuyen a la expectativa de los agricultores de que habrá una flexibilización del Código Forestal que protege los bosques.
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