Ambiente


En Los Límites cambiaron el Tití por bolsas plásticas

GLORIA CARDONA RESTREPO

16 de enero de 2012 12:01 AM

En el corregimiento Los Límites, entre Bolívar y Atlántico, las bolsas son consideradas oro puro, y echarlas a la basura es como cometer un pecado mortal.
Desde hace ocho años descubrieron todo lo que se puede hacer con ellas, y las convirtieron en la materia prima de su sustento.
Ana Isabel Arroyo, habitante y artesana dice que en el pueblo hay de todo en la basura, menos bolsas plásticas, especialmente “mencha”.
“Un día llegaron al colegio, los miembros de una fundación que protege a los monostitís cabeciblanco (Organización de conservación del primate Proyecto Tití), y citaron a los padres de familia para hablarles del daño que le hacíamos a la naturaleza y al tití, por lo que había que tomar medidas urgentes”, recuerda Arroyo.
La comunidad vivía de la caza del tití. “Desde muy pequeños los hombres aprendían a cazarlos y se iban a Santa Catalina, cerca de acá (municipio entre Bolívar y Atlántico) a la Hacienda El Ceibal, de 400 hectárea de bosque seco tropical, donde vive el tití. Cuando veían a una mamá tití, la mataban para arrebatarle a su cría para venderla a turistas y otras personas que les gustaba este animalito, y de esta manera subsistían algunas familias, pero cada vez era más difícil conseguir una de esas crías, por lo que también se empezó a talar el bosque para hacer carbón”, cuenta la artesana.
El conocimiento sobre la importancia de preservar esa especie en peligro de extinción llegó en un momento crítico, cuando solo quedaban 40 o 50 titís. Esto sumado a la motivación de los defensores de los titís, llevó a toda una comunidad a cambiar su medio de sustento, y fue así como surgió la idea de hacer un proyecto que no requiriera de mucha inversión y que reemplazara la caza de esta especie.
Durante la reunión salieron algunas propuestas entre las que estaba la elaboración de bolsos con bolsas plásticas recicladas.
Lo único que había que hacer era recoger las bolsas plásticas “menchas” a rayas o lisas, seleccionarlas, lavarlas y cortarlas en tiras para luego empezar a hacer las mochilas y le pusieron un nombre al negocio: “Asociación de Artesanas de Los Límites”
Después de cuatro meses empezaron los pedidos y la búsqueda de la materia prima. “Salíamos a la calle como locos a buscar bolsas. No podíamos ver una, porque inmediatamente la recogíamos. Se volvió como una obsesión, tanto que en el pueblo surgieron chistes relacionados con ellas.
La microempresa empezó con 20 mujeres pero poco a poco se fue involucrando más gente. La idea se convirtió en un negocio de familia: Unos las recogían y clasificaban, otros las lavaban y cortaban mientras las mujeres las tejían. “Cuando había mucha demanda también los hombres de la casa ayudaban a hacerlas”, dice entre risas, Arroyo.
El primer pedido (40 mochilas) llegó de Estados Unidos, gracias a los contactos que tiene la líder del proyecto de conservación del Tití.
Las bolsas del pueblo no daban abasto para responder por los pedidos por lo que tocaba salir a los corregimientos vecinos para buscarlas.
Con el pasar del tiempo la comunidad se volvió experta en la técnica: Surgieron nuevos diseños, combinaciones de colores y accesorios. La exportación de bolsos seguía viajando a Estados Unidos y otros países como Europa y Centro América, mientras que la caza del la especie disminuía y su población aumentaba. Los antes cazadores ahora eran parte del proceso de conservación.
En ocho años se han comercializado cerca de 13 mil bolsos, pero esa no es la única fuente de trabajo, con el tiempo la comunidad de la vereda Los Límites ha aprendido a darle varios usos a las bolsas plásticas con las que también elaboran postes para cercas, fogones que requieren menos leña, y titís de peluches.
Una experiencia exitosa
La idea se hizo tan exitoso que pronto los habitantes de las veredas y corregimientos cercanos se apropiaron de ella.
Su participación en los congresos en algunas ciudades del país también han ayudado a que se implemente en otros lugares del país.
En Huila y departamentos como Santander, norte de Antioquia, Córdoba, Bolívar y Sucre se interesaron y lo acogieron como solución a los problemas ambientales en sus comunidades.
“En Córdoba y Sucre el problema era por la contaminación de basuras donde habitan las hicoteas y tortugas, por lo que en varias poblaciones se hizo lo mismo que en la vereda de Los Límites. En Huila existe una quebrada llamada el Hígado en donde la gente acostumbraba a echar basura, y allá también llegamos con el proyecto”, dice Iader Lamilla Cleves, asesor de las comunidades de la Asociación de Artesanas.
Crece la población de titís
Antes de que llegara la conservacionista, la población de titís era de 40 a 50. Hoy ha aumentado hasta unos 150 al igual que su hábitat, conocido como el Ceibal.
“En la comunidad ya no se ven los titís en las casas, ni en las calles. Todos conocen la importancia de cuidar a esta especie. Cuando se pierde un tití, todos los buscamos porque sabemos que captúralo y venderlo es condenarlo al sufrimiento, por mucho amor que le de una persona, no va a hacer igual a la que recibe en sus hábitat y por parte de sus padres. Es como si a ti te arrebataran de los brazos de tu madre y te llevaran a vivir a la selva, un lugar que no es el tuyo”, reconoce Ana Isabel Arroyo.
Costos
Depende del tamaño y el diseño, un bolso o mochila requiere desde 100 a 300 bolsas plásticas, y de 3 a 5 días para su elaboración. Los precios están entre 10 mil y 70 mil pesos.
Este nuevo oficio puede dejarle a una familia más de un millón de pesos mensuales.
Área protegida
A comienzos del 2010  la intención de construir un aeropuerto entre Cartagena y Barranquilla comprometía la finca el Ceibal, único hábitat del mono Tití, lo que causó una gran controversia entre ambientalistas y empresarios.
Los primeros se oponían al proyecto, pues se pondría en riesgo a la especie, y los segundos lo veían como un proyecto para atraer a más turistas.
Después de varios debates no se llegó a ningún acuerdo entre las partes interesadas y todo se quedó en solo un proyecto.
Casi dos años después el director de la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique), Olaf Puello, anunció que la finca del Ceibal sería declarada, como área protegida y hábitat de los monos Tití Cabeciblancos, con el apoyo del Ministerio de Ambiente.

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