Ambiente


Pobladores de la Amazonía dan ejemplo de explotación sustentable de la selva

REDACCIÓN MUNDO

03 de diciembre de 2009 12:01 AM

En el bosque protegido de Tapajós, en el norte de Brasil, una cooperativa maderera de pobladores locales intenta proteger la selva talando árboles seleccionados en acuerdo con el gobierno, dando ejemplo de que la Amazonía puede ser explotada de forma sustentable. Es un día normal de fuerte calor y humedad. Con casco y camiseta naranja de la cooperativa de los pobladores locales Flona Tapajos, Marcelo Castro se adentra en la selva con sus colegas, selecciona un árbol del inventario aprobado por el gobierno y procede a cortarlo con la motosierra. Los precisos cortes dirigen el tronco hacia el lado que menos impacto causará en el bosque. El árbol, de 26 metros y tal vez centenario, cae con un estruendo desgarrador, casi un gemido, y acaba en el suelo con un retrueno. Horas después, Carlito Lira, un fiscal del gobierno, anota y comprueba: especie, área de procedencia y número de serie del árbol, matrícula del camión y nombre del conductor que lo llevará a la ciudad. La madera talada en esta porción de selva del oeste del estado de Pará será embarcada en el puerto de Santarén, a una hora de distancia, y cruzará la Amazonía en barco por varios días hasta llegar al Atlántico y Europa, tras el censo que garantiza que no fue obtenida de la deforestación ilegal. El gobierno ha adjudicado a la cooperativa 32.000 hectáreas en el bosque Tapajós, con la contrapartida de que su gestión sea social y ambientalmente correcta y que 15% de sus beneficios se destinen a las comunidades locales. Cada año la cooperativa trabajará un área de 1.000 hectáreas, donde puede derrumbar árboles preseleccionados para minimizar el impacto en la densidad del bosque. Y esa área luego permanecerá intocada por treinta años, plazo que se estima que la selva necesita para regenerarse. Integrada por 22 comunidades del bosque Tapajos y con 60 empleados locales, la cooperativa inició su proyecto de manejo forestal hace cuatro años. Acaba de ganar el premio Negocio Sustentable del ente gubernamental de parques Instituto Chico Mendes, y un contrato de dos millones de dólares con una maderera. "Aquí no hay fuentes de empleo o renta; nuestro mayor desafío es trabajar de manera sustentable para que nuestros hijos tengan esa perspectiva", afirma Sergio Pimentel, presidente de la cooperativa. "Ese manejo del bosque no altera el clima y protege la selva, porque la explotación de madera es limitada y selectiva, y la presencia de los pobladores garantiza que no llegará alguien a prenderle fuego", explica Lia Melo, especialista de la Universidad del Oeste de Pará. Melo reconoce en Tapajós un ejemplo opuesto al de ganaderos y madereros ilegales que han hecho de esta región una de las más acechadas por la deforestación. Un proyecto así requiere dinero y formación. La cooperativa de Pimentel comenzó con unos 800.000 dólares de cooperación alemana y gobierno brasileño; otras comunidades intentan desarrollar, con cooperación francesa, proyectos con otros productos selváticos, como aceites para cosméticos, y semillas, pero enfrentan problemas de patentes y legalización. Las iniciativas son muchas, pero son gotas de agua en un mar gigante que es la Amazonía. Es por eso que el tema estará de lleno en las negociaciones de la cumbre del clima de Copenhague en diciembre, ya que la destrucción de los grandes bosques del planeta, que libera toneladas de CO2 retenidas por su manto vegetal, provoca cerca del 20% de las emisiones de gases que provocan el calentamiento global. "Para enfrentar la deforestación, el desafío es mostrar a los pobladores que el bosque tiene un valor en pie, y solo lo conseguiremos cuando encontremos la manera de que sus pobladores ganen más aprovechándolo que derrumbándolo", afirma el jefe local del instituto del Medio Ambiente (policía de la selva), Gustavo de Podesta. Tras llegar a niveles de deforestación que rondaron 30.000 km2 anuales al inicio de la década, este año Brasil consiguió su menor nivel en 20 años, pero aún así fueron 7.000 km2 de Amazonía devastada. Cuarto emisor mundial de gases nocivos para el clima, Brasil ha asumido protagonismo en la cumbre de Copenhague, a la que el presidente Luiz Inacio Lula da Silva llega con un compromiso de reducir de 36 a 38% las emisiones sobre el estimado para 2020, incluyendo una reducción de 80% en la deforestación amazónica. A cambio, reclama financiación de los países ricos.

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