Ambiente


Sin un entorno adecuado, no hay desarrollo posible

GLORIA CARDONA RESTREPO

05 de julio de 2009 12:01 AM

No sólo la expansión y ocupación de espacios naturales y de alto riesgo a lo largo y ancho de la ciudad han causado el deterioro del medio ambiente de Cartagena. También han contribuido el incremento de residuos sólidos, la ocupación del espacio público, los problemas de salubridad y la movilidad. Todo esto según, el informe Geo Cartagena: “Perspectivas del medio ambiente urbano”, empieza a generar efectos negativos para la salud humana, además de graves consecuencias para el turismo, la economía y el desarrollo local. Por ejemplo: la contaminación de las aguas de la Bahía de Cartagena, los caños y ciénagas que cruzan la ciudad, amenazan la salud humana y la calidad de los espacios públicos de la población más pobre. A eso hay que agregar que el cambio climático también aumenta la incidencia de enfermedades tropicales como la malaria, el dengue o la fiebre amarilla, sobre todo en las áreas inundables donde estos vectores tienen mayor asidero. En cuanto a los problemas de movilidad, el estudio apunta principalmente a la congestión vehicular y al impacto del creciente parque automotor, que ya genera problemas en el Centro y el sector de Bocagrande. Según el informe, las zonas con mayor contaminación del aire están en la avenida Pedro de Heredia (Bazurto y Los cuatro vientos) y la avenida de El Bosque; y parte del problema se debe también a la antigüedad del parque automotor. El crecimiento urbano desordenado también está generando problemas de contaminación sonora, que, en algunos casos, tiene relación con la cultura y la laxitud de las normas, como es el caso de la contaminación por ruido. En otros, es producto del desarrollo mismo de la ciudad, como los problemas que padece el barrio Crespo por la cercanía del Aeropuerto Rafael Núñez. OTROS RIESGOS Además, existen otros riesgos asociados con la industria, como la posibilidad de accidentes de contingencia de la Bahía. En efecto, la zona portuaria e industrial no escapa a la posibilidad de derrames de hidrocarburos, sustancias peligrosas e incendios que afectarían gravemente los ecosistemas y la biodiversidad costera y terrestre. De hecho, la bahía de Cartagena pasó de ser un ecosistema de arrecifes coralinos a un ecosistema estuarino, debido al agua dulce del Canal del Dique. LAS SOLUCIONES El documento señala que la respuesta del Estado y la sociedad se expresan en el desarrollo de normas que tendrían que diseñarse y aplicarse cabalmente para proteger a la ciudad de las situaciones más críticas en materia ambiental. “La legislación —dice el informe— se aplica sin el debido rigor y es continuamente transgredida por personas y entidades de todos los sectores. Esto se debe a la negligencia de las autoridades y los dirigentes”. Si los problemas ambientales no reciben la atención que merecen, continuará la tendencia al crecimiento desordenado que está llevando a la ciudad a superar su capacidad de carga. “Bocagrande —prosigue— terminará por superar su capacidad de ofrecer buenas condiciones a los inversionistas y turistas”. Estos problemas podrían generar una desaceleración económica con repercusiones sobre el empleo y la calidad de vida de muchos cartageneros. ¿QUÉ HAY QUE HACER? La principal acción que recomiendan las investigadoras Berena Vergara Serpa y María Eugenia Rolón, que estuvieron a cargo del estudio, es la aplicación decidida de las normas ambientales tanto del orden nacional, local y regional. “Actualmente se evidencian fallas en la aplicación de estas acciones por razones que no se limitan a dificultades económicas sino al desconocimiento y la violación de las normas. Un prerrequisito para la aplicación de estás políticas es el convencimiento, educación y creación, a través de un proyecto específico, de cultura y conciencia ambiental entre comunidad y dirigentes, hasta que se entienda que ambiente y futuro son palabras sinónimas”, señalan. Esto implica —según las investigadoras— “integrar los conceptos de sustentabilidad ambiental, social y económica con los de competitividad, eficiencia y eficacia para hacerlos complementarios dentro del modo de desarrollo deseables”. A su juicio, es importante reiterar que las posibilidades de mantener condiciones deseables de bienestar y desarrollo en la ciudad, y de sostener y mejorar su competitividad y eficiencia hacia el futuro, dependen en alto grado de la adopción y la aplicación de políticas ambientales fuertes. Éstas deben ser acordes con la disminución de las amenazas al desarrollo que representan algunos posibles problemas

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