No hay árbol, pesebre ni villancicos; mucho menos un regalo envuelto en papel celofán. Los abrazos de los hijos, el beso de la esposa y la bendición de mamá, están presentes en cada celda de la prisión de Ternera, pero solo a través de los recuerdos de aquellos días en que no se valoraba, pues ni siquiera se pensaba, en la fortuna de ser un hombre libre.
La cárcel San Sebastián de Ternera, con sus 2 mil 500 huéspedes permanentes, al igual que cada año, vive una Navidad en silencio. La ocasión lo amerita, no hay nada que festejar, es el polo opuesto de la alegría desbordada que se vive en las calles.
Pero será Rodrigo* quién les cuente cómo es vivir una Navidad y un Año Nuevo en el centro penitenciario de la ciudad; un joven cartagenero que este año pasó, por segunda vez, unas festividades decembrinas “desde el otro lado de la reja”, como él mismo dijo en una entrevista telefónica con Q’hubo.
LA NAVIDAD ESTÁ EN CASA
“Todos tenemos que entrar a las celdas a las 5 de la tarde. Ahí comienza nuestra Navidad. Todos estamos en silencio con los ojos cerrados recordando mejores navidades. La imaginación es la única ventana que tenemos para escapar de estos muros y celebrar con nuestros seres queridos. A veces, el silencio se ve interrumpido por una pelea, por gritos, o simplemente por el llanto de alguien que se deja llevar por la melancolía. Estas fechas son las más tristes que pueden haber para un preso; nos recuerda que la vida, la verdadera vida, está afuera. Nosotros estamos muertos, no vivimos, solo existimos”, narró Rodrigo, inculpado de extorsión a finales del 2013, quien espera demostrar su inocencia para recobrar la libertad el próximo año. Un proceso que quedó aplazado por cuenta del paro judicial.
PARA NO VOLVERSE LOCOS
Por estas fechas, en medio del encierro, los internos de Ternera buscan en qué ocupar sus mentes para no caer en la depresión.
El año pasado, el equipo periodístico de Q’hubo tuvo la oportunidad de entrar a la cárcel para ser testigos de un concurso de pesebres elaborados en material reciclado. La creatividad e ingenio de los internos se materializó en más de 10 pesebres distribuidos en cada uno de los patios. Al pabellón ganador le instalaron un televisor.
“Este año, las directivas de la cárcel programaron un torneo de fútbol. El equipo que gane recibirá dos pollos y 140 mil pesos. Este tipo de actividades nos distrae, pero en la noche, cuando estamos en las celdas, nos rodea una nube de recuerdos y deseos que esperamos se hagan realidad. Nunca pensé pasar por algo así, esto es un infierno. A todas las personas que tengan la oportunidad de leer esta nota, quiero desearles una feliz Navidad y un prospero Año Nuevo; pero más allá de eso, quiero pedirles que por favor cuiden y valoren a su familia. Recuerden que en la cárcel de Ternera hay cientos de hombre, algunos culpables y otros inocentes, que haríamos cualquier cosa por poder abrazas, besar y consentir a nuestras familias en esta Navidad”, finalizó Rodrigo, antes de tener que colgar el celular porque se acercaba un guardia.
* Nombre cambiado.
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