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“Mayo Chocho”, coqueta y feliz

Si alguien llega a San Juan Nepomuceno preguntando por Aurora María Castro Melendrez, tal vez no le van a poder dar mayor información. Pero si pregunta por “Mayo Chocho”, hasta un gato la lleva a su casa. “Mayo Chocho” como todos la conocen, nació un 6 de noviembre de 1937 en San Jacinto Bolívar, pero desde la edad de cinco años vive en San Juan. Mayo, quien mide un metro con cuarenta centí-metros de estatura, ha sido según sus palabras la mujer más coqueta y más feliz de San Juan y el resto de toda la bolita de la tierra. Ella es una mujer encantadora por su sencillez e interesante por su memoria. Sin tapu-jos, sentada en una mecedo-ra en la sala de su casa contó a El Universal lo que ha sido su vida en estos 73 años. Juventud divino tesoro... “Yo tuve una juventud muy chévere, cuando me proponía conquistar a un hombre lo lograba, siempre y cuando no estuviera ocu-pado. Cuando el tipo ya es-taba tragado y me salía con alguna pendejada, me daba el lujo de mandarlo pa`l co-ño, claro si había otro espe-rando. Los hombres sufrían y me pedían de rodillas que me casara con ellos y yo les decía: yo nací par ser una mujer coqueta. Pero eso si, aclaro, con respeto. Como era antes, y no como ahora que los hombres pican y después dicen chao, y no los ven más nunca”. “Ahora los jóvenes le di-cen a las novias que si no les dan la pruebita de amor las dejan y, las muy pende-jas, caen enseguida. Si a mí en aquella época un hombre me hubiera pedido la prue-bita, lo hubiera mandado para la porra porque mi ‘fundillo’ no estaba dispo-nible para pruebitas, que tal”. La mujer habla con toda la fuerza de su temple para decir: “Mi temperamento fue cambiando después que tuve mi primera y única hi-ja. Me fui poniendo más se-ria, pues reconozco que era bastante coqueta. Yo dejé tres hombres listos para casarse conmigo. Terminaba diciéndoles que no porque no quería estar amarrada, quería hacer una vida chévere, donde pudiera bailar y divertirme sin res-tricciones. A la vista está que con los años que tengo, a pesar de mi pobreza, me siento la mujer más feliz del mundo por bailo, brinco, cantó y aplaudo a la vez”. Mayo y las rancheras Sin haber asistido a una academia, ni tener en su familia vena artística, Mayo interpreta y canta rancheras con una voz que cualquiera envidiaría. “La voz que yo me gasto me la mandó Dios desde que nací, nunca he ensayado, ni nunca se me dio la payasada de ser cantante. Eso si donde me busquen, si me provoca cantar, lo hago y si hay platica, mejor, porque yo también necesito comer y vestirme”. Su afición a la música ranchera le viene porque todos sus enamorados le ponían serenatas era con pura ranchera. “Yo tengo una voz clara y potente y por eso donde canto nunca quedo mal. Nunca me he salido de tono, nunca me he emborrachado porque no tomo trago”·. Mayo ha ganado varios concursos de canto, repre-sentando a San Juan, en Cartagena, María La Baja y San Andrés Islas. “En esta última ciudad querían que me quedara pero les dije yo me voy porque si me demoro más me vuelan al viejo que tengo allá en San Juan y ese tipito es muy sabroso. Me pusieron dos guardaes-paldas y los mandé al cara-jo. Les dije: Ustedes son pura ‘perdiga’ chico porque yo soy libre como los pája-ros. Uno para ser gente no necesita de tanta pendejada. Vea yo canto más que sapo en charco nuevo”. La última actuación la hizo en una fiesta privada cantando con el mariachi de Nelson Espinosa Janaceth, el músico más talentoso y virtuoso que parido San Juan en los últimos años. Ese día al lado de Nelson Espinosa, “Mayo Chocho”, alegró los corazones de mu-chas personas que allí se encontraban. “Todos la aplaudieron a rabiar porque a pesar de su voz, tiene una gran potencia para cantar”, dijo uno de los asistentes a la fiesta. “Su talento es natural, es una cantante ex-traordinaria”, dijo Espinosa. De “Mayo Chocho” dicen que camina más que un loco nuevo, pero ella con-testa que le encanta recorrer San Juan porque a su edad no le duele nada. “A mi me ven temprano caminando las calles pero no haciendo nada malo, es buscando a Dios, rasguñando para lle-var algo para la casa”. Se ganó cuatro casas Con su metro y cuarenta centímetros de estatura, su donaire y su coquetería, “Mayo Chocho” dice que se ganó cuatro casas. Su pri-mer compañero con quien tuvo a su única hija que se llama Elvia Modesta Barra-za Castro, fue un sanjacin-tero llamado Luis Barraza, tenía apenas trece años de edad y con el vivió solo tres meses. “Nos dejamos por-que él era muy celoso”. Su actual compañero, Joaquín Buelvas, dijo que ella botó el pulgón fue con marido a bordo. Dos años más tarde se comprometió con Juan Castellar, con el que convivió por más de 20 años. Precisamente, a este personaje le decían “Juan-cho Chocho”, y por eso a ella le quedó el apodo. “Lo dejé porque bebía mucho y ya no me servía, con el conseguí una casa”, dice riendo. “Después me comprometí con Tomás Deu-luffeuth, con quien viví 13 años, cinco de ellos en Ve-nezuela”. “Mayo Chocho” aún tiene el hablado de los maracuchos y a todo el mundo le dice: “Eres pura perdiga chico”, un dicho que usa para decir que lo que ha tenido es perdida. “Tomás me dio otra ca-sita y nos dejamos porque su familia ponía muchos problemas”. Hace 17 años comparte su vejez con Joaquín Buel-vas y dice que hasta aquí la trajo el río. “Con Joaco me entiendo bien, y ningún vecino puede decir que hemos tenido una discusión, eso si el día que eso pase lo dejo. Con Joaquín conseguí dos casitas y todos los días sal-go a vender los frutos que el trae del monte, con esto es que sobrevivimos”. Anécdota “Mayo Chocho” cuenta que un domingo estaba pa-rada en la esquina del pala-cio municipal y vio pasar a unas señoras de la sociedad sanjuanera, altas, esbeltas y con cuerpos de reina, que iban para la misa y pensó en voz alta: “Carajo si yo con el porte que tengo me gané cuatro casas, con la belleza y la elegancia de esas muje-res tuviera una urbaniza-ción”.

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