Regional


Voces que dejó la muerte

ANÍBAL THERÁN TOM

28 de junio de 2009 12:01 AM

Nadie sabe a ciencia cierta cuándo llegaron, pero los pocos que se atreven a hablar creen que desde 1997 comenzaron los asesinatos, y el horror se posó sobre el puerto de Calamar, los Montes de María y muchos pueblos de la Costa Caribe. Las aguas del río Magdalena se convirtieron en un agujero negro donde la columna paramilitar que llenó de miedo a los Montes de María, desde Calamar hasta Mahates, desapareció a cientos de cuerpos de las víctimas de su desenfreno. He aquí las voces y los sueños de los familiares de algunos de los asesinados en la zona rural de Calamar, quienes desnudaron su dolor sin tapujos para El Universal. TERROR EN EL YUCAL La noche del 1 de septiembre la brisa sopló con más fuerza en El Yucal, corregimiento de Calamar. Tanto, que soltó el portón armado con palos y zinc en la casa de los Caro Herazo. A las siete de la noche, como era costumbre, solían encerrarse, porque nadie quería estar con las puertas abiertas para cuando pasaran las camionetas con música a todo timbal, cargadas de hombres y mujeres sentenciados a muerte. El Yucal, a orillas del río Magdalena, fue elegido por los “paracos” para sus ejecuciones por varias razones, entre ellas: la mansedumbre de sus habitantes, la ausencia de Fuerza Pública y lo alejado de la civilización. Cuentan los yucaleros, aún con temor, que los paramilitares, primero al mando de un hombre apodado “El Chuzo” –quien siempre estaba sonriendo–; y después, de otro conocido como “El Pambe” –aunque no tenía parecido alguno con el famoso boxeador palenquero, porque era blanco, alto y corpulento–, transportaron por esa zona a más de 300 personas, a quienes asesinaron en un sitio denominado Quitafrío. Todo eso fue con la anuencia de Sergio Manuel Córdoba Ávila, hombre gordo con una cicatriz enorme en su cara, que comandaba esa fracción paramilitar desde una finca cercana a El Guamo, como él mismo lo ha reconocido desde que fuera capturado en 2002. WILMAN, EL PRIMERO La primera víctima de El Yucal fue Wilman Enrique Caro Herazo. Lo mataron el 1 de septiembre de 1998, a las 11:30 de la noche. Libia, su madre, cuenta: “Nosotros nos acostamos, pero no dormíamos porque sabíamos que algo podía pasar. Esa noche sentimos una bulla a la entrada del pueblo, a pocos metros de mi casa, pero nadie se atrevía a salir. Ni Wilman ni mi esposo habían llegado y estaba preocupada. “La bulla aumentaba, y entonces decidí salir de la casa acompañada de mi hermano. A pocos metros, con todas las luces encendidas, estaba mi hijo en el suelo, maniatado, indefenso. Él me gritó: ‘¡Madre!, ¿vas a dejar que me maten’? A su lado, en las mismas circunstancias, estaba mi marido, con la cabeza en la tierra y los ojos llenos de lágrimas. Allí estaba ‘El Pambe’, ‘El Cara Cortada’ y otros paramilitares. Me llené de valor y pregunté: ¿por qué?, ¿qué hicieron? Pero no me respondían. “Mis nietos, los hijos de Wilman, llegaron y abrazaron a su padre en el suelo. Mi marido lloraba de la impotencia y yo sentía que la vida se me escapaba, cuando de pronto uno de ellos gritó: ‘¡Jefe!, ¿y qué hacemos con ellos?’ Entonces ‘El Cara Cortada’ respondió: ‘Ni con los niños ni con el viejo’. Pero mis nietos se aferraban a su padre, quien gritaba con fuerza junto a ellos y pedía clemencia. “Los ‘paras’ agarraban a los ‘pelaos’ y los tiraban como si fueran animales. Entonces levantaron a mi hijo y lo obligaron a correr. Mi hermano y yo ayudamos a soltar a mi esposo y ellos se fueron detrás de Wilman. A los dos minutos sentimos el disparo y segundos después, los motores de las camionetas que rugían por el camino de acceso al pueblo. “Wilman quedó tendido en la calle. Cuando lo levanté, los sesos se le cayeron en el suelo. Le pegaron un solo tiro. Al rato mataron también a Pedro Manuel Yepes y a Pedro Yepes. Eran hermanos. Nadie sabe cuál fue la razón de los crímenes. Simplemente los mataron y ya. “Pero lo peor fue la burla. El día del entierro de Wilman, los ‘paras’ pasaban junto a la gente en sus carros con música alta y riendo a carcajadas, como buscando que alguien les dijera algo”. Yo le pregunté hace poco al ‘Cara Cortada’ por qué había matado a mi hijo, pero no me dio razones”. Libia aún vive en la misma casa, donde se sigue despertando todas las noches porque todavía –dice– escucha el pum pum que les cambió la vida para siempre. Después de la muerte de Wilman y los hermanos Yepes, todo cambió en El Yucal, un pueblo de pescadores, agricultores y pequeños ganaderos que se conformaban con vivir tranquilos teniendo para comer y donde trabajar. Así comenzó la orgía de sangre de los ‘paras’, quienes llegaban a matar, como Pedro por su casa, sin decir nada y sin importar si era de día o de noche, o si el pueblo estaba despierto. Muchos de los que se encerraban por temor a las 4 de la tarde, terminaron convertidos en zombies.

Se ha producido un error al procesar la plantilla.
Invocation of method 'get' in  class [Ljava.lang.String; threw exception java.lang.ArrayIndexOutOfBoundsException at VM_global_iter.vm[line 2204, column 56]
1##----TEMPLATE-EU-01-V-LDJSON----
 
2   
 
3#printArticleJsonLd()
 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS