El ex promotor del segundo referendo reeleccionista y ahora director de la campa-ña de Juan Manuel Santos, Rodrigo Rivera, sostuvo, en una oportunidad, que el ex ministro de Defensa J. M. Santos, debía responder políticamente por los mal llamados "falsos positivos". Ello significa que el can-didato presidencial por el Partido de la U, estaría política y moralmente hablando, inhabilitado para ejercer cargos públicos si se demuestra su responsabilidad en los he-chos mencionados. Consultado de nuevo, al respecto, por un medio periodístico in-dependiente, se ratificó en su apreciación, aunque ya no lo hizo tan vehementente como la primera vez. Es más, su respuesta fue muy ambigua porque se refirió a "cual-quier ministro que falle en su gestión" y no en forma directa a Santos. Lo que no se entiende es cómo aceptó ser el director de la campaña presidencial del ex ministro de Defensa si, a la vez, con-sidera que debe ser sancionado por su par-ticipación en los tristemente célebres "falsos positivos", uno de los mayores escándalos de este gobierno. La posición de Rivera es incómoda e incomprensible y da la impre-sión de que quiere estar con Dios y con el diablo al mismo tiempo. ¿A qué juega el ex senador Rivera? ¿A pescar en río revuelto? Esas son las cosas de la política que no se entienden y que les resta credibilidad a los políticos de oficio, porque muchos, en su afán de poder, saltan de un partido a otro sin el menor asomo de vergüenza, ponien-do en práctica el refrán popular que reza: "El que a buen árbol se arrima, buena som-bra lo cobija", actitud propia de los opor-tunistas que sólo piensan en su beneficio particular y se olvidan de que la política, como la entendían los griegos, es "el Arte de servir a los demás desde lo público". Rafael E. Yepes Blanquicett CC. 9.093.223 de Cartagena
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