Resulta paradójico que en una ciudad como el “Corralito de Piedras”, en realidad nos encontremos acorralados, pero no precisamente de murallas, sino de iniquidad y desidia. Desidia a todo nivel, empezando, claro está, por la de su dirigencia. El poema del Tuerto López, más que una construcción literaria, ha sido una profecía, pues, de la Cartagena rauda y próspera de pretéritas épocas, hoy no queda nada. La violencia se campea sin que nadie haga ni diga nada, la corrupción se ha elevado a niveles insospechados, la gente se muere en sus casuchas de miseria en medio de las aguas negras, mientras, por ilustrar un ejemplo, en un injustificado afán por generar impactos mediáticos, se gastan dineros públicos en cuantía de $300.000.000, para la elaboración de un logo de ciudad, que no muestra ni dice nada, ni sirve para nada, ni alimenta a nadie; por lo menos no, a los miles que conforman los cordones de miseria de nuestro amado corral.
Es necesario que la sociedad tome la decisión de darle un giro a nuestra ciudad, pues no tenemos un legado para dejarle a nuestras generaciones postreras.
De Cartagena algo se ha muerto y solo basta caminar por las calles del centro, para darse cuenta que ya se está pudriendo.
MARCELO ARTURO TAPIA ARIZA
CC 9145172
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