Muy desobligantes me parecieron las declaraciones de Juan Manuel Santos para con su antecesor Álvaro Uribe Vélez, al afirmar en el Gimnasio Moderno de Bogotá que "si hay una actividad donde uno se siente realmente realizado, es la de dictar clases. Posiblemente me verán después de esta responsabilidad dictando clases como ex presidente, y no molestando a los presidentes de turno". A Santos se le olvida que si es jefe de estado es porque Uribe lo nombró ministro de Defensa, permitiéndole darse pantalla con los triunfos de las Fuerzas Militares que, como hemos podido constatar en el nuevo gobierno, el que las comandaba y las llevaba de triunfo en triunfo era el mismo Uribe; y se le olvida a Santos que quien lo lanzó a la carrera presidencial fue su mismo jefe Uribe, invitando a sus 7 millones de votantes a sufragar en su favor con el compromiso de que mantuviera la línea de gobierno. Santos no puede pretender silenciar a Uribe quien, como cualquier otro ciudadano, tiene el derecho a disentir de algunas decisiones de la nueva administración y más, viendo comprometida su obra, construida a lo largo de ocho años de mandato. Ahora, Uribe, su benefactor, “molesta”.
Alejandro Osorio V.
C.C.No. 73.956.974 de Cartagena.
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