Es evidente que gobernar a Cartagena es un desafío muy grande y mucho más en estos momentos de crisis económica y social.
El próximo alcalde no puede ser cualquier aparecido, escogido en conciliábulos cerrados, porque nuestra ciudad merece ser gobernada con lujo de competencia, por lo cual se exigen cualidades básicas y vocación de servicio. El alcalde debe conocer palmo a palmo las necesidades de la comunidad y tener bien definido un Programa de Gobierno que lleve a obtener desarrollo social y estabilidad económica que beneficie a todos.
Es sabido que inmensos costos históricos ha tenido que asumir nuestra ciudad, por la elección de personas que no estaban adecuadamente preparadas para el ejercicio del poder que la ciudadanía le ha asignado, lo que ha facilitado la negligencia, el desempleo, la pobreza, la inseguridad ciudadana, la ineficiencia, la desigualdad, la inequidad, y el atraso que padece Cartagena. Tenemos el compromiso ineludible de superar la improvisación.
Por eso, el dirigente político que intente participar en la vida de la comunidad debe actuar con sensibilidad social y necesariamente en favor de su pueblo. Porque las actividades del político conforme a los valores de servicio público determinan la felicidad del Estado.
Luego, es inaplazable y conveniente que los candidatos que pretendan regir los destinos del distrito, el departamento o la nación; asimilen que la teoría política señala que, “Hay tres cualidades que deben poseer los que han de desempeñar los cargos públicos: la primera es la Lealtad a la Constitución establecida; la segunda, Capacidad para las responsabilidades del cargo, la tercera, poseer Virtud y Justicia.” La Lealtad se refiere a estar comprometido con el Estado al que se pertenece, con la comunidad política. La Capacidad habla de poseer los elementos idóneos para el cargo y gobernar dando resolución a las demandas ciudadanas. El tercer elemento, no menos importante, se refiere a la Posesión de virtudes éticas para saber gobernar. De las tres, tal vez la tercera es la más difícil de alcanzar. Cuando un gobernante se prepara con ética y sabiduría, logrando ecuanimidad y prudencia, alcanza lo que los antiguos denominaban “el principio recto” y por medio de éste sabrá discernir lo que es conveniente o nocivo en la acción de gobierno. Si se cuenta con esas cualidades, se dice que el candidato es digno de confianza y el pueblo debe respaldarlo irrestrictamente.
El pueblo cartagenero tiene que pellizcarse y no seguir aletargado, viviendo sólo de sueños y de ilusiones fantásticas. Hay que decir, basta ya de tanta prédica demagógica y de tantos sofismas de distracción que solo sirven para engatusar a la gente. Hay que diferenciar entre la retórica y la realidad verdadera. Elijamos un alcalde auténticamente popular cuyo desafío sea gobernar bien. Un buen alcalde debe ser un legítimo gerente del bien común, cuya preocupación prioritaria sea siempre el ser humano en sus distintas expresiones.
Se requiere entonces, que la ciudadanía cartagenera se prepare, porque la corrupción electoral siempre estará presente en las campañas y saldrá triunfante, si el elector primario la tolera y la permite. Y si además, las autoridades y Organismos de Control del Estado no actúan efectivamente, ya que esto se ha convertido en el mejor y más lucrativo negocio de los sinvergüenzas. Por el contrario, un pueblo menos ingenuo, con madurez política, aprende a discernir con claridad las intenciones de cada candidato y sabe elegir a dirigentes carismáticos, honestos, probos, con méritos, competentes y comprometidos realmente con el mejoramiento de la calidad de vida de la gente. Y éstos a su vez, tendrán el cuidado de rodearse de los mejores ideólogos y estrategas que lo asesoren bien y quienes lo acompañarán en la construcción y ejecución de su Plan de Desarrollo.
A pesar que el gobernar implica el reparto de poder a través de alianzas estratégicas con los diferentes partidos y movimientos políticos que hayan apoyado las ideas y propuestas del candidato, con el propósito de que todos los sectores participen trabajando mancomunadamente para lograr la gobernabilidad requerida. Y además, con el fin de conseguir consensos programáticos que redunden significativamente en la solución de la problemática de la comunidad; no se debe hipotecar jamás el gobierno al servicio de unos pocos.
En ese orden de ideas, el pueblo tiene el deber, el derecho y la responsabilidad histórica de elegir el 30 de Octubre, un Alcalde con liderazgo, voluntad política, coherencia y capacidad para diseñar e implementar políticas públicas que conduzcan a solucionar la grave crisis económica, social, ética y política que padecemos. Igualmente que sirvan para derrotar el flagelo del desempleo, el subempleo, la informalidad laboral, la crisis de movilidad, la descomposición familiar, la corrupción galopante, el déficit de vivienda digna, la baja calidad de la salud y de la educación pública, los malos y caros servicios públicos, la inseguridad ciudadana, la pérdida de valores, la falta de oportunidades y carencia de espacios equitativos, donde las personas de los estratos socioeconómicos bajos, puedan ejercer dignamente su profesión, realizarse personalmente y lograr su proyecto de vida, etc. La solución de estos problemas es el desafío del próximo Alcalde de Cartagena.
Este momento es propicio para que los electores voten por el mejor Perfil, con la convicción que el Alcalde elegido es la mejor opción que necesita Cartagena. Y el que mejor sepa definir e implementar las transformaciones estructurales que la ciudad anhela; comenzando por el rescate de la confianza de los gobernados en sus dirigentes y en las instituciones democráticas que nos rigen.
Por último, esta campaña hacia el solio Distrital, debe desarrollarse mediante la confrontación dialéctica de ideas, programas, propuestas concretas, atractivas, financiables y ejecutables; sin ataques personales, erradicando la guerra sucia, porque la actividad política nos debe enaltecer y no envilecer.
En ese sentido, aún quedan esperanzas, no todo está perdido. Si la gente se decide a elegir un Alcalde confiable, gestor de recursos y convencido de que su aplicación es eficiente y transparente; se puede lograr prosperidad, equidad y justicia social para todos.
BENJAMÍN MAZA BUELVAS
CC. 9.072.891 de Cartagena
Tel. 6624841 Cel. 3106578628
Dirigente Cívico, Contador Público,
Licenciado en Matemáticas y Física,
Especialista en Docencia Universitaria
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