Ahora que se avecina otra jornada electo-ral para escoger a quienes habrán de repre-sentar al pueblo colombiano en el Congreso de la República, vuelve a hacerse evidente la ausencia de propuestas sustanciales en un de-bate con un gran número de protagonistas re-signados a actuar como mediocres voceros de unos movimientos superficiales sin anclaje ideológico. Estos personajes han perfecciona-do sus habilidades en un oficio de maromeros que ayer les tenía enarbolando unas banderas, hoy otras, y mañana sólo Dios sabrá cuales se permitirán agitar en el horizonte incierto de sus conveniencias transitorias. Son los mismos que, una vez elegidos, pasan desapercibidos en las sesiones parla-mentarias porque no asisten o, si lo hacen, solamente participan para sumar sus votos a unas mayorías oficiales que les garanticen su supervivencia de parásitos voraces del presu-puesto del estado. Los vicios y deficiencias del órgano legis-lativo son culpa de estos senadores y repre-sentantes, para quienes la política no consti-tuye un medio para servir sino uno del cual servirse. Ellos no presentan iniciativas fecun-das o proyectos de ley viables porque no po-seen vocación de legisladores ni les mueven intereses de provecho colectivo. Sin una filo-sofía política que los nutra, sin un ideario só-lido que les respalde, se dejan arrastrar por cualquier corriente, adhiriéndose sin rubores a la que mejor flotador les tienda. La con-ciencia nacional debe despertar y entender que la voluntad popular puede efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría un revolucionario por medios vio-lentos, como lo indicó en su momento López Pumarejo. Glenda Vergara Estarita CC 45429411 de Cartagena
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