Buzón


El debate del mangle

He venido siguiendo con interés el debate al cual hay que quitarle el tinte de enfrentamiento entre dos cartageneros columnistas, por cuenta del Mangle. Lo veo como defensa de dos posiciones que se pueden conciliar. Lo que cabe es, ni tanta satanización de él ni tanta sacralización, sino un uso racional de una planta que ha sido parte de nuestro hábitat y de nuestro ecosistema. Los cartageneros siempre vimos crecer el mangle como parte sustancial de los hogares y de los espacios públicos. Yo recuerdo que en cientos de hogares de toda la ciudad y en espacios abiertos de sus alrededores había mangle como parte de la ornamentación hogareña y de la vida silvestre, sin que éste fuera motivo de posiciones encontradas, sino por el contrario, de sana emulación. Siempre vimos que el mangle y el pino silvestre eran motivo de sana competencia entre vecinos para moldearlos con figuras de todo tipo y para disfrute de propios y extraños, en todos los barrios de la ciudad. Este recuerdo debía motivarnos a todos a volver a mirar el mangle con esos ojos. Debemos todos, con las autoridades a la cabeza, emprender una gran cruzada por dotar a la ciudad, especialmente en zonas nuevas de desarrollo, de sombra, que tanto lo requiere la ciudad. Pero por Dios no más palmas reales, sino palmas criollas o coco enano y no más tulipanes africanos, sino trupis, clemos, trinitarias, chorritos, almendros, robles, etc. Que el debate que han abierto Vicente Martínez Emiliani y Rafael Vergara Navarro sirva para unirnos en causas de beneficio colectivo y no para fracturar más de lo que está a nuestra querida ciudad. Las presentes y futuras generaciones lo sabrán agradecer. Augusto Martínez Martínez C.C 9.058.967 de Cartagena

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