Se ha perdido la esencia de esta fiesta católica. Lo que nació como un tributo para honrar a la Santísima Virgen en su advocación de El Carmen es ahora una fiesta que raya en lo pagano. Las propagandas radiales solo nos recuerdan a los grupos vallenatos que se presentarán en un sitio o en el otro. Las peregrinaciones están contaminadas por la estridente música que no respeta al personaje que pasa. En nombre de nuestra señora madre se pretende justificar el consumo de alcohol, el desorden y Dios sabe qué cosas más. Estoy seguro de que esta nota despertará en el lector más rechazo que empatía, y es ese otro signo de degradación de nuestra sociedad. Qué lástima debe sentir la santísima Virgen cada vez que ve este espectáculo. Sin embargo, sigue y sigue caminando silenciosa entre el mal, tratando de arrebatar algunas almas de los demonios que se pasean entre esas multitudes, ajenas a su presencia en su mayoría, pero no todas se quedan rezagadas, algunas atienden su llamado y se convierten y la siguen, ya no por asistir al concierto o para tomarse todo el ron que pueda soportar sino para adorarla y respetarla como se merece. En estas fiestas pensemos en lo que realmente estamos buscando. Bendita sea la Santísima Virgen María.
Rubén Darío Giraldo Morales
C.C.No. 73.126.902
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