Buzón


La Alcaldía y el Dadis tienen la palabra

Aterrador e impresionante, por decir lo menos, el artículo de Rubén Darío Álvarez sobre los recicladores que sobreviven con el comercio de los desperdicios alimenticios que los trabajadores de Urbaser depositan en las cajas estacionarias de basura del Mercado de Bazurto. Se trata de una denuncia seria acerca de la posibilidad real de que cientos de miles de habitantes de los barrios subnormales y de muchos usuarios y comerciantes pobres de Bazurto, adquieran enfermedades gastrointestinales, peores que el virus AH1N1, provocando una catástrofe sanitaria sin precedentes en la historia de nuestra ciudad. "Armando", el personaje de la crónica de Álvarez, parece de ficción y es apenas el reflejo de lo que se vive en las entrañas mismas de dicha central de abastos, la que, desde afuera y por dentro, se asemeja a un cuadro dantesco de la Edad Media, cuando las condiciones de salubridad en las ciudades eran ínfimas. Pregunto, ¿ya se habrán dado por enterados la Alcaldía y el Dadis? ¿Será que esperarán a que se produzca una epidemia mortal en más del 40 por ciento de la población de Cartagena? ¿Qué pasa con los derechos fundamentales a la salud y a la vida consagrados en nuestra Carta Magna y que las autoridades locales, regionales y nacionales, en representación del Estado, deben garantizar? Esta situación no es nueva, por lo que no se entiende cómo se ha permitido que se llegue a estos extremos de inmundicia. Con razón, se habla de las dos Cartagenas: la bonita y elegante para mostrar y la sucia y fea que se trata de ocultar, invisible para el turismo pero no para quienes la transitamos a diario de norte a sur y de oriente a occidente. La Alcaldía y el Dadis tienen la palabra. Rafael E. Yepes Blanquicett C.C. No 9.093.223 de Cartagena

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