La corrupción nos está llevando al abismo. Todo el mundo quiere descollar al precio que sea, porque el poder da muchas herramientas para pisotear al más débil. Me refiero a que todo el origen de estos males está en la clase política de nuestro país. Cuando alguien aspira a un cargo público se pone su mejor careta: "prometer lo que nunca será capaz de cumplir", porque antes ha empeñado su alma al demonio, pidiéndoles favores a los asesinos, feriándose los contratos de las obras de gran envergadura con el consabido “como voy yo ahí”. El erario público se lo han feriado una y otra vez. Por tal razón, vemos pueblos infelices en el departamento de Bolívar, donde no existe un acueducto óptimo, escuelas construidas con materiales de pésima calidad, que con el primer ventarrón se vuelan todas las tejas, y así las ilusiones de muchos niños paupérrimos. Pueblos con vías en pésimo estado, la salud se convirtió en negocio. Cuando se llega a una sala de urgencias a mendigar que lo atiendan, es cuando uno piensa "que feo es ser pobre". Casas de interés social que dan grima, entregadas casi en obra negra. Pandillismo por falta de oportunidades de trabajo, estudio, vida miserable. ¿Quiénes son los que tienen que empezar a cambiar? Nuestros gobernantes, sin discusión alguna.
Margarita Cecilia Rodríguez Martínez
C.C.No. 33.120.708 de Cartagena.
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