Buzón


La fiesta taurina debe seguir

Con toda la inteligencia y tranquilidad de la vida, pueden coexistir los seres humanos que les gusta la fiesta brava y los que no sienten cariño ni se han caracterizado por su solera en ella. A estos últimos no hay que irrespetar.
Esto ha venido sucediendo desde hace mucho tiempo. Tomemos una referencia:
Manolete murió por allá en 1947. Ésta sola referencia nos es útil, para decir que la fiesta de arena, sol y sangre, muchas veces con luna, lleva mas de 65 años.
Es una malhadada salida querer acabar con la economía taurina de Colombia, que como toda economía de cualquier sector productivo tiene sus flujos de ingresos y gastos, que le dan empleo a recursos económicos, humanos, financieros, técnicos de variada gama. Le produce remuneraciones a muchos trabajadores de su círculo, como a actividades indirectas que se mueven en las temporadas de toros.
Como toda economía tiene su dinámica productiva, que además anima al turismo interno como al internacional. Mueve en todo su esplendor la actividad hotelera en sus diversos componentes.
Colombia tiene verdaderos problemas:
Secuestro de seres humanos, desempleo, indigencia, desfinanciación de los centros de la tercera edad, seres humanos durmiendo en los parques, desnutrición de niños y escolares; pandillas haciendo daño en los estadios, conductores borrachos, violencia intrafamiliar, irrespeto a mujeres y niños, atracos que acaban con la vida de los dueños de celulares, narcotráfico, lavado de dólares, prostitución, alcoholismo, tabaquismo, drogadicción…; entre otros lunares.
Suena gracioso y nada iluminante, que se quiera acabar con una actividad que no ha dejado acabar al toro de lidia; que nació para ello y que además su sufrimiento, comparado con el bienestar en que vive toda su vida, no va mas allá de 12 minutos.
El sufrimiento de un caballo carretillero o zorrero es toda su vida, como la de los perros callejeros o los indigentes.
Sí el toro sintiera de veraz un dolor monstruoso rehuiría al encuentro con los seres humanos a los que se enfrenta en sus últimos 12 minutos de vida, que es lo que dura su faena.
“La celebración de estas fiestas no puede prohibirse porque tiene mucha solera”. Esto lo deben entender sus detractores que deberían luchar a brazo partido por los verdaderos problemas del país, como de la administración pública en sus lares respectivos que dirigen y manejan; que andan manga por hombro.
Tenemos que convertirnos en unos fanáticos nobles, para luchar contra los problemas enumerados y no en unos dictadores para marchitar actividades económicas que han sido lícitas desde siempre.

ROGELIO VALLEJO OBANDO
C.C. 19.127.119 de Bogotá.

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