Buzón


Leandro el hombre

EL UNIVERSAL

05 de julio de 2013 12:01 AM

Se fue  otro de los grandes juglares del vallenato,  aquellos que siempre  he considerado  como los héroes de mi infancia, poetas primitivos en su mayoría de origen campesino pero con una inteligencia natural que los hizo grandes. Contrariamente a los héroes que le correspondieron  a mi generación, no tenían un antifaz para proteger su identidad  pero sí poseían un sombreo vueltiao para proteger su rostro del inclemente sol del caribe; ni botas para correr más  rápido, pero si unas abarcas tres punta que dejaban ver unos pies curtidos por la tierra y  el camino recorrido; mucho menos un escudo para defenderse, para eso tenían un acordeón soldado en el pecho y  tatuado en el alma , una voz metálica ya desgastada por el ron de caña, unos  versos y  una memoria prodigiosa.
Iban de pueblo en pueblo  dejando a su paso versos y sentimientos desperdigados por todo el Caribe en aquellas monumentales parrandas maratónicas en que se daban a conocer.
Lo más sorprendente de Leandro Díaz  no es que fuera ciego, era esa capacidad de describir de una forma magistral lo que para los que podemos ver pasa desapercibido, teniendo como único arsenal su memoria y  su imaginación. Poseedor de una destreza mental que desestabilizaba a sus contrincantes en esas grandes piquerías de las cuales salía invicto.
Es por eso que  para mí, dos de las composiciones más  brillantes del maestro Leandro Díaz son: La Trampa de los Tocaimeros, ya que allí está plasmada toda esa destreza mental que lo caracterizaba y lo impresionante de su memoria que le ayudaba a recordar nombre por nombre a todos los que para aquel entonces  habitaban la vereda de Tocaimo en tiempos en que aún no existían las grabadoras y  El Verano, donde deja ver su capacidad poética y literaria  para describir hasta en sus más íntimos detalles un momento que para los que poseemos el don de la vista no es si no otra estación del año. Se fue pero nos dejó un legado que lo inmortalizó y  que desde sus inicios lo llevó a demostrar que estaba destinado a convertirse en uno de esos patriarcas  míticos que como Francisco El hombre hacen parte de esta música que tiene sus cimientos enraizados en la leyenda.                                                         
Gabriel Eligio Torres García 
CC: 73124459 de Cartagena

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