La sala de velación de la clínica San Juan de Dios estaba atiborrada de gente. Afuera, una calle de honor, de rostros compungidos por el llanto, recibía el sombrío ataúd de la otorrino Liliana Ramírez, una inteligente mujer, sencilla, noble, humilde y una farahona de la Medicina. Liliana se fue inesperadamente del mundo de su familia, de sus amigos y amigas. La salud y el pueblo están de luto, porque se fue un corazón tierno y humano. Liliana era una líder en su bello hogar, construido con el pulso del amor de su esposo y su único hijo. Ellos eran el brillo de la unidad, la alegría y el sentimiento solidario de familia. También fue ejemplo de fraternidad con sus compañeros de trabajo, a pesar de ocupar el cargo de subdirectora científica de la San Juan de Dios. De igual manera, una postura de vida para sus padres y hermanas. Liliana reflejaba siempre una tierna sonrisa. Su piel humana era irresistible para sus amistades cercanas, como también para las de lejos. Su alegría desbordada en entusiasmo de música encantada y su voz sonora, la melodía del saber y el pensar. La cremaron bajo el adiós del llanto, los cantos y el aplauso de sus seres queridos. Paz en su tumba. Johnny Puente Doria. C.C.No.15.015.710 Lorica.
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