Buzón


No fue como antes

Hacía como 20 años que no asistía a una misa solemne de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre en mi pueblo natal, San Juan Nepomuceno. Llegué lleno de expectativas. Me imaginé, como antaño, encontrar a la banda musical en el atrio de la iglesia entonando aires musicales que me llenarían de recuerdos y que encontraría llena de feligreses las tres naves del templo, que en primera fila estaría el alcalde acompañado de su séquito y la primera dama, notarios, personeros, registradores, profesores de colegios, el comandante de la Policía, gamonales y, además, engalanada con flores y  bellas quinceañeras que siempre van a esta solemne ceremonia a mostrar sus encantos físicos, estrenando vestidos nuevos y a la moda. Me imaginé también que cuando el sacerdote alzara el altísimo retumbarían los bellos acordes del Himno Nacional, momento en que se le hincha el pecho a uno de patriotismo y orgullo. Me veía también después de la misa en la puerta de la iglesia saludando a todo el mundo y acompañando a la tumba troja (la banda) por las calles tocando un emocionado porro (Vámonos caminando) por último las consabidas frías en la Plaza Olaya Herrera. Pero, qué tristeza, sanjuaneros, me llevé. No había banda de música. La iglesia estaba casi vacía (la devoción se acabó), el alcalde estaba fuera del pueblo, los secretarios de despacho habían renunciado, sin notario ni personero; y, por último, traté de acompañar a una tía que también vino de Barranquilla y se cayó en un tremendo hueco, pues  en las calles de San Juan no se puede caminar. Qué tristeza, sanjuaneros, cuánto lo siento.
Roberto Augusto Osorio Gamarra
C.C.No.9.057.389 de Cartagena.

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