En relación con el escrito del doctor Mario Mendoza el sábado 17 de marzo titulado “La fiesta bárbara”, donde afirma que: …;“al toro le han colgado pesados sacos de arena en el cuello, lo han purgado para deshidratarlo, le han introducido algodones en la nariz para dificultar su respiración, le han untado vaselina en los ojos para alterar su visión…;”, me permito manifestar, apreciado doctor Mendoza, que ESO NO ES CIERTO, y lo digo con suficiente autoridad y conocimiento de causa.
Es que sería absurdo que el éxito que busca un ganadero, se lograra deteriorando previamente las condiciones físicas del toro. Es todo lo contrario, esto se consigue después de una cuidadosa y costosa crianza (un toro cuesta alrededor de 10 millones de pesos). El ganadero, además de cuidarlo, no hace sino vigilarlo en todo momento hasta que sale al ruedo. Su prestigio y cotización dependen del comportamiento que tenga el toro durante la lidia, exhibiendo un ejemplar con la presencia, bravura, fuerza y nobleza que exige este espectáculo. Por tanto, no tiene sentido permitir que a última hora se le aplique un maltrato que eche por tierra esa ilusión de triunfo. Para ello se apoya en el Reglamento Taurino, que distinto a los deportes, es una Ley de la República, y su violación puede acarrear problemas jurídicos.
Desconocen el tema quienes creen que las corridas giran exclusivamente a la muerte del toro. No, las corridas de toros giran es sobre el arte de torear, así definido por la propia Academia de la Lengua.
El arte del toreo – en donde el hombre domina el peligro con técnica y belleza – ha dado lugar a obras cumbres en la literatura, la pintura, la escultura, la música, el cine. O es que, ¿acaso no representan nada para Ud. las obras de García Lorca, Hemingway, Miguel Hernández, o Vargas Llosa? O, ¿las pinturas de Goya, Dalí, Picasso o Botero? O, ¿las notas de la ópera Carmen de Bizet, de las Zarzuelas, de los Pasodobles taurinos? La corrida de toros es el evento no religioso más antiguo que permanece vigente en nuestros días.
No entendemos su crítica a la muerte del toro en el ruedo. ¿Qué es lo que en su concepto está mal, matar al animal en público, o matarlo no solamente para comer su carne? Desde que el hombre existe, siempre ha matado animales por diversos motivos. El pez al sacarlo del agua y echarlo en el bote, ¿cree usted que comienza a saltar de felicidad?, no doctor Mendoza, lo están asfixiando “bárbaramente”. El toro de lidia, por el contrario, recibe una muerte acorde con su naturaleza agresiva, y después de una vida libre llena de cuidados con el más alto nivel de bienestar durante su existencia. Pero es condenable la muerte de un toro bravo que nació para pelear y morir peleando, y no lo es para recibir un indigno ajusticiamiento en un matadero. Ustedes, que velan tanto por su defensa, lo que lograrían sería su extinción, puesto que esta especie solo existe si existen las corridas.
Si hay un espectáculo donde la “barbarie” brilla por su ausencia, ése es la corrida de toros. No ocurre lo mismo con el fútbol, por ejemplo, donde se han matado hinchas en los estadios, en las afueras de los mismos y hasta en los buses que llevan aficionados de una ciudad a otra. Y ¿qué decir del boxeo?, donde dos seres humanos tratan de matarse a golpes y a veces lo consiguen.
Joaquín de León González
C.C. 9’068.047
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