Todo parece indicar, de acuerdo con las últimas declaraciones del presidente Juan Manuel Santos y las airadas réplicas de su antecesor inmediato, que “la distancia entre los dos es cada día más grande”, como dice una canción. Sobre todo, luego de la afirmación de Santos de que cuando él sea ex presidente, dejará gobernar a su sucesor sin entrometerse en sus asuntos. Y es que las palabras del actual mandatario nos hacen recordar aquel editorial del semanario londinense, “The Economist”, titulado “Let Santos be Santos” (“Dejen que Santos sea Santos”), en alusión directa a los mal vistos comentarios del hoy ilustre ex presidente, cuando J.M. Santos apenas era presidente electo. No obstante, y a pesar de las reiteradas críticas a su gestión por parte de quien fuera su mentor político, el presidente insiste en aclarar que entre él y su dignísimo contradictor (a quien muchos todavía consideran “presidente”) “no existe fisura alguna, ni hay ninguna enemistad”. Algunos analistas piensan que Santos, como poseedor de un buen olfato político, muy sutilmente está esperando el momento preciso para reconocer en público que entre él y su “ex promotor” sí hay diferencias, evitando los enfrentamientos inútiles con quien, al parecer, es su “único opositor” y, de esta manera, neutralizarlo como lo hizo con Chávez y Correa.
Rafael Yepes Blanquicett
C.C.No. 9.093.223 de Cartagena.
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