Buzón


Se van las hermanas del Asilo

Un 5 de noviembre de 1915, un señor generoso como pocos, Jerónimo Martínez A., en presencia del Obispo de la época Monseñor Adan Brioschi, hizo entrega de la Fundación Asilo de Mendigos. Lo entregó de por vida a la comunidad de Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver y a las propias manos de su fundadora Sierva de Dios: Madre Marcelina de San José, quien está a las puertas por sus obras y milagros de pisar los altares. Después de estar más de un centenar de años cumpliendo la labor poco agradecida de atender a los ancianos que muchas veces, por voluntad de los hijos, o se quedaron solos y sin familias o simplemente por propia decisión, buscan en el hogar una vida digna para el final de sus días. Hoy y a raíz de ciertas situaciones que se han manejado muy calladamente pero que son secretos a voces, las Hermanas de los Pobres de San Pedro Claver han decidido dejar el Asilo San Pedro Claver del barrio El Bosque. Yo simplemente soy una persona particular que ha vivido al frente del Hogar casi toda su vida y en el he desarrollado mi vida espiritual. Me duele mucho la decisión toma-da por las hermanas pero las comprendo porque sé de muchas situaciones por las que han pasado desde hace varios años y que hoy han propiciado esta decisión de la madre general de la comunidad. Lo único que quiero por este medio y tomándome la vocería de todas las personas que como yo, acudimos a la misa en la pequeña y hermosa capilla que allí hay y que cumplien-do con nuestro deber cristiano llevamos un poco de alegría y compañía a los adultos mayores, es preguntar: ¿Por qué las directivas y ante todos los descendientes de Jerónimo Martínez que me imagino que deben formar parte de la junta directiva -, van a per-mitir que las hermanitas de los pobres de San Pedro Claver se vayan del Hogar? ¿Por qué en esta época en que todo lo mueve la conciliación no han arreglado las diferencias que puedan existir para salvar el legado y el querer de una persona como don Jerónimo Martínez? Lo único que sé es que en esta situación, como en los divorcios, donde los que sufren son los niños, los ancianos llevarán la peor parte, porque bien es sabido que donde existe una comunidad reli-giosa todo es orden, limpieza, organización y cumplimiento del deber. Sería bueno que la Defensoría del Pueblo interviniera ya que allí todos ponemos algo, hay recursos de la Gobernación y de la Alcaldía. Noris Sofía Paniza Arnedo C.C. no 45.434.880 de Cartagena

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