La palabra "disciplina" es enojosa e instintivamente la gente la rechaza. No obstante, ella regula la vida personal y colectiva. Sin ella, el mundo sería un caos. El Universal (12.oct.2010, pag. 2 y 6, sec. A) publica hoy la noticia de que la alcaldesa se apresta a prorrogar las restricciones a los bailes escandalosos y al consumo de licor, más allá de las 10:00 p.m. La medida ha dado resultados positivos en el número de muertes y riñas sangrientas, que se producen regularmente y en especial los fines de semana. El editorialista también celebra la medida y manifiesta "Bienvenida entonces la ampliación temporal y física del Decreto 0870, el que debería ser la punta de lanza de una campaña permanente y mucho más agresiva en contra del ruido y a favor de la tranquilidad de las mayorías ciudadanas". Esto es lo que espera la gente de bien: disciplina, y es más, se debería establecer sanciones ejemplares para los padres que desatienden la educación de los hijos, al permitirles asistir hasta la madrugada a estos barullos. Mucha disciplina necesitamos todos para hacer de Cartagena una ciudad modelo de sana convivencia. Jaime Arturo Martínez C.C. 6.808.494 de Sincelejo
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