Señora Alcaldesa. Soy respetuoso de la ley, pero me exaspero cuando quien tiene que aplicarla olvida la razón que llevó a su expedición, que no puede ser otro que el bien común. Los vehículos de transporte público de provincia deben llegar directamente a una central de transportes, ordena la ley. Cartagena no lo había exigido por omisión histórica, permitiendo la creación de una costumbre. Esa costumbre hizo que la ciudad se desarrollara de acuerdo con ella y al permitirlo la autoridad facilitó el nacimiento de conglomerados humanos importantes. Las costumbres creadas, que en la práctica son derechos adquiridos, cuando se cambian y más cuando se utiliza la fuerza, activan las explosiones sociales, tan frecuentes hoy. La autoridad no ha pensado que el usuario cuando llega a la actual Central de Transporte, tiene ya una hora de viaje. Si encuentra un lugar en uno de los buses “pringacara” que predominan el servicio público de la ciudad, una hora después estará a sólo un kilómetro de donde estaba una antes, faltándole otra para llegar al Centro, donde debe estar a las siete de la mañana. ¿A qué hora debió levantarse? Aumentar en una hora este sufrimiento es lo que usted está ordenando, lo cual no fue el espíritu de la ley. Aplicarla hoy es un abuso y sólo será justo cuando las vías de Cartagena sean transitables y el transporte urbano sea mejor que el intermunicipal. Señora Alcaldesa, como no existen calles para transitar y la falta de movilidad es una constante, no permita que las decisiones equivocadas ocasionen más perturbaciones. Cuando usted tenga a Transcaribe funcionando bien, haga los cambios, desafortunadamente no será en su mandato. Luis Enrique Borja Barón CC. 9.045.834 de Cartagena
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